domingo, 18 de diciembre de 2022

Ensayos y artículos de reflexión 18

 

Ensayo o artículo de reflexión

“SER COLOMBIANO ES UN PREMIO”

 

Yesid Alejandro Molina Perilla[1]

 

Tras las ruidosas celebraciones del bicentenario de la independencia de Colombia, se ha encontrado una recurrencia de mensajes patriotitas y nacionalistas en los medios de comunicación masiva, especialmente en su publicidad; esta particular forma de recordar, la existencia del colombiano como sujeto, ha hecho evidente la constitución de una verdad, en relación con el “ser colombiano”, ser colombiano distinto a ser terrícola, antioqueño o bosuno[2]. Esta noción de ser colombiano, en Colombia, en el periodo de la primera mitad del siglo XX, será el objeto de disertación en este escrito. Se determina el periodo en relación con el fenómeno nacionalista enunciado por Alejandro Alvares en su trabajo doctoral Ciencias Sociales, Escuela Y Nación: Colombia 1930-1960[3]; y en relación con intereses personales con la constitución de la identidad nacional colombiana. Para el desarrollo de este escrito se tomarán en cuenta los planteamientos encontrados en algunos textos de Michel Foucault en relación con la verdad. Nota aclaratoria[4].

Los seres vivos que habitan las tierras del noroccidente de sur América, no siempre han sido colombianos; y con esto se hace referencia al oso de anteojos, a la palma de cera y al habitante la sierra nevada de Santa Marta o el nudo de los pastos; su condición de colombianos no es posterior a los inicios del siglo XX. Es desde este momento, donde la noción de ser colombiano adquirirá relevancia y valor en distintos ámbitos locales y extranjeros; esta ambición de colombianizar los objetos animados e inanimados del paisaje, y especialmente los seres vivos, se manifestará en lo que se ha denominado el fenómeno nacionalista[5]. Al igual que en la actualidad, en ese periodo, la verdad se produce en el mundo, gracias a múltiples coacciones[6]; y por medio de distintos procedimientos, que fueron validados para la obtención de la verdad; a este fenómeno de constitución de la verdad, se le denomina régimen de verdad y es particular de cada sociedad. En las siguientes líneas pretenderé dar cuenta de algunas de las características de quienes articulan un régimen de verdad nacionalista en relación con el “ser colombiano” en la sociedad precolombina de la época; además de enunciar algunas particularidades de los medios de difusión de este; aportando finalmente algunas ideas en relación con las implicaciones para el sujeto colombiano, en la constitución de este régimen de verdad, en el periodo abordado, en las tierras hoy colombianas. 

Hablar de los hombres que crearon la colombianidad, es hablar de un conjunto amorfo y heterogéneo de sujetos que se vincularon en la constitución de un régimen de verdad, que se enmarcaría en el proceso nacionalista colombiano; estos hombres generalmente hijos de las locaciones urbanas, se hacen visibles y participes de la actualidad económica, política y social del país; desde la tribuna que les permitieron los cargos gubernamentales en el aparato estatal de la época. Son abogados, historiadores, geógrafos, eruditos, economistas, religiosos y en algunos escasos casos, miembros del magisterio; todos hombres de letras, estudiosos, legitimados desde su posesión de saber; reconocidos socialmente como intelectuales específicos dotados de las facultades necesarias para la constitución y la validación de la verdad del “ser colombiano”.

Sus ideologías diversas, al igual que sus saberes, permitirán la aparición de distintos aportes al régimen de verdad, en relación con el evolucionismo, el socialismo, el liberalismo y hasta el indigenismo. Todo un “ser colombiano” (régimen de verdad) en tensión, por las fuerzas que fluyen bajo las ideologías, por las dominaciones y resistencias de pasiones y ambiciones humanas expresadas en ideologías extranjeras apropiadas de particular forma por los intelectuales de la época. No hay una ideología, conviven y se dominan un grupo abierto de ideologías bajo la serena mirada de la iglesia católica, de continua relevancia y participación desde la llegada de los españoles, en la constitución de los regímenes de verdad en el país.

La legitimidad de los intelectuales es reforzada por la creación desde la legalidad (por medio de leyes) de algunas instituciones estatales encargadas de constituir la colombianidad en relación con su pasado y su territorio y sus características socioculturales; estas instituciones fueron la Academia Colombiana de Historia, la Sociedad Geográfica Colombiana y el Instituto Etnológico Colombiano. La constitución de un conjunto de instituciones fortalece la legitimidad y legalidad de la verdad, propia de un régimen de verdad; y permitieron la emergencia de unos discursos particulares en relación con la colombianidad; discursos verdaderos, legítimos y legales constituidos desde un régimen de verdad, en las instituciones y por los intelectuales doctos en dicha misión.

Esos discursos en los cuales se expresa un régimen de verdad en particular circularon por la sociedad mediante varios medios de difusión; en algunos casos dirigiéndose a un público adulto en específico, como en el caso de la prensa, las publicaciones seriadas y la literatura; en otros casos, el discurso se dirigirá a los niños en las escuelas, mediante los currículos y manuales escolares, constituidos desde las instituciones anteriormente mencionadas y bajo la guía y orientación del régimen de verdad establecido en la sociedad, claramente relacionado con la constitución del sujeto colombiano.

Es importante mencionar que hay un escenario de circulación discursiva que se mantiene vigente a lo largo del siglo XIX y XX en el país, el pulpito de la iglesia católica, a pesar de sus avatares, subidas y descensos, la iglesia, ha participado en la constitución de la subjetividad de los individuos, aportando desde sus doctrinas y en relación con la actualidad de las fuerzas en tensión en el momento histórico en que se encuentra; en el periodo en particular abordado su discurso también participara en la pugna por la constitución de la noción del ser colombiano y se dirigirá  a la población en general sin distingo de raza, sexo o edad.

Aunque las tensiones se hicieron presentes en la variedad de discursos y las fuerzas que los acompañaban, la constitución de una unidad verdad frente al colombiano será una condición predominante en los distintos escenarios de circulación de los discursos en el periodo en cuestión.

La emergencia de unos discursos en relación con la colombianidad, determino las condiciones de posibilidad, de la consolidación de un cuerpo de saberes escolares agrupados bajo la denominación de Estudios Sociales; desde ese momento, los saberes histórico, geográfico y antropológico tendrían una nueva condición de existencia, estarían finamente atados a un régimen de verdad propio de las ciencias occidentales; condición sin la cual perderían todo su carácter de verdad. Estos saberes escolares, participarían de forma reciproca en la constitución de la colombianidad; participando activamente en la consolidación de la colombianidad desde la escuela y reconfigurándose a sí mismos, en relación con el fenómeno nacionalista presente en la época.

La constitución del colombiano como sujeto, será una necesidad que tendrá que atravesar el cuerpo para marcarlo y arraigarse en su alma, convirtiéndola en un alma nacional.

El cuerpo, lienzo de las pinceladas de poder, se reinterpretara desde una mirada del deber ser, en relación con la colombianidad; un cuerpo, no que represente las virtudes de la humanidad occidental, sino que se fortalezca, se higienice se desarrolle en su contexto geográfico, el colombiano; Un cuerpo dotado de ancestrales fuerzas, hijo de la evolución de la especie humana, pero creado por Dios, en continua restitución de linajes genéticos indígenas, africanos y españoles, un cuerpo hijo de la tierra, producto de ella y atado a ella, dispuesto a trabajar en ella y a morir por ella. Un cuerpo colombiano.

El alma en este periodo representara más que una idea religiosa en relación con la fragmentación del ser humano; seria allí, donde se condensaran anhelos, ideales, sueños, tristezas, temores, agonías y esperanzas; seria allí donde el sujeto se reconozca como miembro de una comunidad imaginaria, de lenguaje, pasado, tradición y legalidad. Una comunidad que se identifica e identifica al sujeto y se reconoce y lo reconoce en el pasado en la historia común, para enfrentarse a las amenazas extranjeras e internas de destrucción de la comunidad. La comunidad colombiana.

Las implicaciones de la constitución del colombiano como sujeto de la nación colombiana, significara, la reinterpretación y reconstitución del sujeto en su relación con el estado, con la economía y con su espacio de desarrollo, y la producción, este será un proceso de configuración particular que hará que emerja la colombianidad de los habitantes como sujetos de la nación.

En cuanto a la relación del colombiano con el estado; será la cátedra de cívica en las escuelas y la consolidación de sindicatos y agremiaciones sociales las que permitirán generar un vínculo de pertenencia con el estado una relación de común beneficio, en la cual el sujeto recibe unos derechos en retribución por los deberes aceptados para con la nación y su protección; convirtiéndolo así en un ciudadano de la nación; pero esta aceptación de derechos y deberes, llevara implícita la aceptación de un régimen de verdad particular, el nacionalista, en este periodo; un régimen de verdad que se relaciona, con lo que es aceptado, y lo que no es aceptado; con lo que es el bien, y es el mal; con lo que se es, y lo que no se es; con lo que se identifica y reconstruye el colombiano, como sujeto en su relación con la nación y con sigo mismo. No hay que dejar de lado la aceptación de un sistema judicial particular y objetivo desde su régimen de verdad.

Un colombiano como sujeto, resultara en progreso; a causa de la constitución de un vínculo con el espacio, territorio y región en la cual se habita, se pretendió lograr una relación de respeto, amor y trabajo hacia el espacio y la industrialización de la nación en concordancia con los procesos mundiales de industrialización e imperialismo. Una relación que haría del colombiano un emprendedor, un trabajador, un obrero y un soldado protector del territorio y su mercado.

El ser colombiano no es un premio; es más bien el producto del azar, un azar que implica las particulares condiciones de las fuerzas políticas, económicas y sociales en un momento histórico, las que Foucault llamará acontecimiento[7]; en este acontecimiento particular, los miedos y traumas generados por la pérdida de panamá en 1903 y la guerra partidista del siglo XIX, reconfigurará la tensión en las fuerzas, tras el discurso de la nación y configurara un régimen de verdad en torno al colombiano como sujeto. Pero el miedo y el trauma no serán las únicas condiciones de posibilidad en las que emergen el colombiano, se evidenciaron los intereses económicos, en relación con la industrialización y consolidación y defensa de un mercado nacional, protegido y constituido por los colombianos que lo defenderán de las amenazas provenientes desde los imperialismos del norte y del este.

La revolución mexicana y rusa alteraran la percepción del orden en las relaciones sociales, y permitirá la aparición de ejercicios de reconocimiento de los indígenas y afros como pasado y constituyente de la colombianidad más allá del hispanismo predominante antes del periodo en cuestión. La religión católica a pesar de las fuerzas, las tensiones y los discursos seguirá siendo elemento constitutivo de la colombianidad.

Así pues, el régimen de verdad constituye un discurso, que circula y constituye a los sujetos, en su relación con el pasado, el espacio y su comunidad, pasando por el cuerpo y hasta el alma; definiendo las relaciones de pertenencia, servicio y producción del colombiano con Colombia y consigo mismo.

Este proceso de consolidación de un régimen de verdad en particular mantuvo esta forma en el periodo de la primera mitad del siglo XX; para los años sesenta las relaciones en tensión de las fuerzas existentes en el orden nacional e internacional reconfiguraran los discursos y su régimen de verdad en forma nuevas y particulares de un nuevo periodo histórico; sin perder la huella que dejaron los discursos, saberes e ideologías del ser colombiano, en el periodo nacionalista.

En la actualidad la aparición del ser colombiano en la publicidad y otros medios deja ver como las tensiones entre regímenes de verdad, locales y globales, hacen que los discursos muten en relación con las fuerzas presentes. El colombiano como régimen de verdad en la actualidad enfrenta retos en torno a la ecología, la legalidad, la información y su circulación, la fe y la identidad; en el marco del acontecimiento conocido como globalización.


[1] Estudiante de Maestría en Educación Universidad Pedagógica Nacional

[2] Aquí entendido como los seres humanos nacidos en la localidad de Bosa en Bogotá Colombia

[3] Álvarez, Alejandro, Ciencias Sociales, Escuela Y Nación: Colombia 1930-1960, Tesis Doctoral, Universidad Nacional de Educación a Distancia, 2007

[4] Este escrito al igual que la mayor parte de sus reflexiones y elaboraciones son resultado de las lecturas y discusiones presentadas, en el Seminario Ciencias Sociales, Escuela Y Nación: Colombia 1930-1960, dirigido por el maestro Alejandro Álvarez, en la Universidad Pedagógica Nacional, en el segundo semestre del año 2010. Las relaciones y afirmaciones realizadas aquí solo pudieron ser posibles gracias a la lectura y abordaje del trabajo desarrollado por el maestro en su tesis doctoral y citado anteriormente. La única elaboración del autor de este escrito es la utilización insolente de su investigación, para abordar el ser colombiano como un régimen de verdad.

[5] Álvarez, Alejandro, Ciencias Sociales, Escuela Y Nación: Colombia 1930-1960, Tesis Doctoral, Universidad Nacional de Educación a Distancia, 2007

[6] Foucault Michel, En: Grandes Obras del Pensamiento, Un dialogo Sobre el Poder. Barcelona, Ediciones Atalaya S.A., 1994

[7] Foucault Michelle, Nietzsche, La Genealogía, La Historia, Editorial Pretextos, Valencia, 2004 pág. 48

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