Reseña
De Huellas, Bardas y Veredas, Elsie Rockell.
Néstor Fabián Corredor Medina
Esta reseña tiene la intención de dar cuenta de la estructura general de la etnografía educativa denominada De Huellas, Bardas y Veredas (En adelante DHBV) desarrollada por la investigadora Elsie Rockwell (1995) publicada en México durante la década de 1980. Para este propósito, se establece una suerte de estructura textual que permita una exposición en forma esquemática, sencilla y precisa. La primera parte abordará las características contextuales en las que se desarrolla la investigación; en un segundo momento, se referirán los postulados teóricos y metodológicos que dieron sentido al desarrollo de esta; en la tercera parte, se expondrá el corpus analítico desarrollado por Rockwell. A manera de cierre se establecerán algunos -posibles- vínculos entre los postulados desarrollados en la investigación en cuestión y el ejercicio investigativo propio en el marco de la maestría.
De entrada, es necesario precisar dos elementos que hacen parte estructural de la etnografía en educación que acá se aborda: por un lado, es imperativo mencionar que esta investigación se encuentra publicada en el libro denominado La escuela cotidiana publicado en 1995, por el Fondo de Cultura Económica de México. En éste, Elsie Rockwell funge como coordinadora, y es acompañada por las autoras Citlalli Aguilar; Antonia Candela; Verónica Edwards; Ruth Mercado y Etelvina Sandoval. Quienes, a su vez, se ocupan de investigar en perspectiva etnográfica algunas expresiones cotidianas de la escuela. (Rockwell, 1995).
De otro parte, se debe mencionar que el libro en su totalidad tiene como propósito aproximarse a las “perspectivas que padres, estudiantes y docentes tienen sobre la cotidianidad de la escuela” (Pág.7). De allí que el espíritu del texto se inscriba en una dimensión analítica sobre la experiencia inmediata que los sujetos vivencian en la escuela primaria en México. Así mismo es necesario señalar que las investigaciones que dan origen al libro se desarrollan entre 1982 y 1984 en escuelas públicas rurales ubicadas en lugares vecinos a ciudad de México, pero que, por motivos éticos y políticos propios de la investigación, las autoras determinan no geo-referenciar en forma precisa.
Partiendo de lo mencionado, el capítulo producto de la investigación que desarrolla Rockwell, asigna capital importancia a resaltar la heterogeneidad de experiencias que viven maestros y estudiantes en la escuela primaria mexicana (Rockwell, 1995) mirada alternativa a las explicaciones estructurales que catalogaron la escuela como un lugar de eminente reproducción social. En ese sentido, se propone como objetivo “comprender a la escuela en sí misma, no desde los documentos, normatividad institucional o desde lo que se espera que sea, sino entenderla a partir del análisis de su expresión concreta y cotidiana” (Pág. 15). Es decir, identificar el “eslabón” que media entre el programa oficial y la experiencia escolar cotidiana
Ahora bien, señalados los elementos generales que dan sentido a DHBV como investigación etnográfica en educación, es imperativo reconocer la entrada teórica que propone Rockwell como estructura vertebral para el desarrollo de su investigación. Lejos de pretender una visión general o estructural sobre la escuela rural en México, la autora ubica como punto de partida y de reflexión una dimensión de la misma que carecía de análisis -por lo menos en el momento en que se efectuó la investigación- teórica. Por esta razón, lo cotidiano se propone como esquema teórico que permita explicar muchos de los fenómenos sociales que se producen en la escuela pero que no son expuestos con suficiencia o que son desestimados de la investigación sobre educación y política educativa.
En tal dirección, Rockwell recurre a los planteos teóricos de los sociólogos Peter Berger y Thomas Luckmann (1987) quienes en el trabajo La construcción social de la realidad, proponen una reflexión a propósito de la trascendencia de la dimensión cotidiana de la vida en sociedad y el conocimiento empírico para la construcción de conocimiento en ciencias sociales. Sobre lo enunciado anotarían Berger y Luckmann (1987):
Dado que nuestro propósito en esta obra es un análisis sociológico de la vida cotidiana, más exactamente, del conocimiento que orienta la conducta en la vida cotidiana, y puesto que sólo tangencialmente nos interesa cómo puede presentarse esta realidad en diversas perspectivas teóricas a los intelectuales, debemos empezar por clarificar esa realidad tal como se ofrece al sentido común de quienes componen ordinariamente la sociedad. (Peter Berger, Thomas Luckmann, 1978, pág. 34)
Así, la investigación en las escuelas mexicanas desarrollada por Rockwell (1995) obedece a los planteamientos teóricos mencionados. La potencia de la investigación se asigna al reconocimiento de la perspectiva de los sujetos que allí intervienen, para el caso particular, el reconocimiento de las subjetividades de padres de familia, docentes y estudiantes que están involucrados en los procesos escolares.
Como parte del entramado teórico que se emplea en DHBV, Rockwell toma la concepción de vida cotidiana propuesta por Ágnes Heller (1977) en virtud de la pertinencia de lectura particular sobre la experiencia de los estudiantes de las escuelas primarias abordadas en su investigación. La autora ubica en el horizonte, la necesidad de consolidar perspectivas surgidas de la experiencia inmediata para la comprensión institucional, política y general del universo escolar. Pues como anotaría Heller la importancia de este tipo de análisis estriba en “examinar la vida cotidiana no desde el punto de vista de los rasgos comunes, sino desde la relativa continuidad” (Heller, 1977, pág. 20).
En el plano metodológico de esta investigación etnográfica, en virtud de su naturaleza cualitativa, se parte de la observación, el dialogo y el reconocimiento en primera persona de diferentes dimensiones de lo que se ha denominado la cotidianidad en la escuela, pues una de las preocupaciones constantes en la autora, está relacionada con la precaria e inexacta lectura que se tiene de la realidad escolar. Por esta razón su nicho práctico-metodológico se ubica entre las disposiciones normativas que emergen desde la estructura institucional-administrativa, direccionadas hacia la escuela y las pretensiones o exposiciones sobre el deber ser, que se asumen sobre la misma institución. Es decir, en el entramado escolar, Rockell señala la importancia metodológica de posicionarse en el punto en el que coinciden el grueso de las disposiciones institucionales; el sujeto que vivencia dichas experiencias y las implicaciones que el conjunto de disposiciones institucionales (currículo y normas) generan en su paso por la escuela en particular y su tránsito por la vida en general.
Bajo las condiciones enunciadas, y reconociendo la complejidad absoluta que supone aproximarse en forma analítica a la experiencia cotidiana de la escuela, se proponen cinco dimensiones particulares que permiten una mirada global sobre la experiencia escolar, vista desde los sujetos que se involucran en ella, a saber: I. La estructura de la experiencia escolar II. La definición escolar del trabajo docente III. La presentación del conocimiento escolar IV. La definición escolar de aprendizaje V. La transmisión de concepciones del mundo. A su vez, cada una de estas dimensiones presenta una organización que posibilita la observación de caracteres mas singulares en el análisis realizado.
Los tiempos escolares, las formas de participación de los estudiantes, los mecanismos en los que los educandos organizan y comparten los contenidos curriculares entre sus pares, además de las implicaciones que tiene la escuela en la vida regular de los estudiantes, son algunos de los temas por lo que transita la investigadora en la primera dimensión. Se advierte en forma precisa, cómo la escuela, lejos de reducirse al espacio físico y simbólico de clase, se expresa en la definición y organización que los sujetos estudiantes construyen para todos los niveles de su vida en sociedad, referenciando la incidencia del proceso formativo escolar en ámbitos como la vida laboral y familiar.
La segunda dimensión, está estrechamente vinculada al quehacer del docente en la escuela, es decir, lo que podría señalarse como su trabajo cotidiano, un elemento sustancial tiene que ver con lo mutable y circunstancial que resulta esta categorización. Sin embargo, la investigación da cuenta de tres tendencias muy importantes para esta dimensión; el trabajo del docente es sumamente amplio y desborda con facilidad la actividad académica y pedagógica; cada escuela aun cuando se orienta con los mismos textos escolares tiene un sinfín de formas o mecanismos de enseñanza (particularidad docente); finalmente, la escuela es también un escenario de aprendizaje político, pedagógico y didáctico para los docentes recién ingresados.
Los discursos y prácticas escolares cotidianas en relación con lo que se concibe como conocimiento, se postula en la tercera dimensión, en esta se valora la figura del conocimiento y la relevancia o vigencia que este pueda tener para los entornos extra-escolares. Así, esta dimensión abre la posibilidad para advertir dos elementos sumamente trascendentales para la escuela primaria en México -quizá en Colombia también- que regularmente pasan desapercibidos. De un parte, se expresa la tensión que existe entre los contenidos curriculares propios de los libros que se posicionan como la única forma de construir o ejercitar un saber, cuestión que reduce la capacidad inventiva y creativa del estudiante, además que hace del maestro un transmisor estéril de conocimientos. De otro lado, se expone la distancia que existe entre lo que se considera conocimiento escolar y conocimiento cotidiano, dando un lugar poco importante o simplemente utilitarista al saber de los estudiantes, impidiendo así la reflexión estructurada sobre el medio social en que habitan y el saber científico, pues “esta tendencia escolar comunica a los alumnos una diferenciación clara entre lo que conocen de su mundo y lo que en la escuela se presenta como conocimiento valido” (Rockwell, 1995, pág. 36).
En la cuarta dimensión analizada, se ubican a los mecanismos de aprendizaje, los rituales escolares, el uso del lenguaje y el razonamiento implícito como centro de la exposición. Desde estos cuatro lugares, Rockwell llama la atención sobre tres aspectos trasversales que considera sustanciales; a saber, la escuela no solamente proporciona contenidos curriculares específicos, además forma en las maneras o métodos en los que se “debe” aprender; los estudiantes desarrollan ejercicios de aprendizaje anclados a prácticas didácticas que muchas veces son asimiladas como un trabajo no académico, por lo que el conocimiento escolar regularmente carece de aplicación contextual (Pág.42); debido a la preponderancia de los currículos esquemáticos y alejados de experiencia circunstancial, los estudiantes desarrollan concepciones mecanicistas sobre lo que supone es “estudiar” o adquirir conocimientos. Cierra la autora señalando que el razonamiento de los estudiantes sobre cómo aprender resulta disímil al de los docentes; sin embargo, interactúan constantemente en forma tangencial.
La quinta dimensión cotidiana de la que se ocupa el trabajo en cuestión, está relacionada con la transmisión de concepciones sobre el mundo, es decir, se advierte que en virtud del momento histórico en el que se escribe la escuela, se configuran resistencias, tensiones o reproducciones implícitas que dan cuenta de la sociedad en su conjunto, un ejemplo sintomático de esto, se encuentra en el trato diferenciado que se da a hombres y mujeres (práctica patriarcal). Del mismo modo, la forma en que los maestros plantean y exponen las deficiencias o contradicciones que se generan entre las disposiciones administrativas institucionales y las características culturales-contextuales propias de los estudiantes.
En clave de la consideración anterior, la autora señala que, en la escuela, desde procesos que no son necesariamente explícitos o curriculares, se posibilita que los valores propios de una comunidad circulen en la singularidad escolar, perfilando de esta forma las aptitudes, saberes o comportamientos (generalmente apego a la norma o la autoridad) que se esperan del educando en su vida cotidiana extra-escolar.
Por último, sobre la concepción política del mundo que circula en la escuela primaria, se advierte que está determinada por el sujeto particular que lidera el proceso de enseñanza, y que en ese sentido resulta imposible establecer con precisión si una ideología particular se reproduce en forma hegemónica.
A modo de conclusión, Elsie Rockwell postula su análisis como un insumo potente para la comprensión y transformación de la escuela primaria en particular y de la educación pública en general. Al respecto esgrime dos argumentos sustanciales: I. La investigación de la cotidianidad en la escuela primaria mexicana permite inferir que esta institución está lejos de reducirse a la reproducción mecánica de las estructuras sociales y culturales en que se inscribe, por lo tanto, es necesario identificar su singularidad con pretensión de darle sentido histórico, político y cultural a todos los fenómenos que allí suceden. II. Es imperativo reconocer que la escuela se trasforma constante y sistemáticamente, por lo tanto, su diseño y arquitectura (en todos los niveles) no pueden pertenecer exclusivamente a tecnócratas educativos, este apreciación demanda que los planes, proyectos y propuestas de modificación y transformación, estén sustentados en las voces de los sujetos que intervienen diariamente en ella. En sus palabras “para comprender el sentido de las transformaciones actuales y potenciales que se dan en las escuelas primarias del país, es imprescindible profundizar en el análisis de la cotidianidad escolar” (Pág.57).
Finalmente, de cara a los vínculos que pudieran existir entre DHBV y el ejercicio de investigación en curso, en el marco de la maestría, quisiera señalar que mi proyecto se inscribe en el universo de la educación popular y específicamente busca avanzar sobre la dimensión espacial de la metodología de investigación denominada Reconstrucción Colectiva de la Historia (Lola Cendales, Alfonso Torres., 1998). De allí, que, en virtud de las características mismas de la RCH, la experiencia de Rockwell (1995), permitió identificar que las entradas metodológicas y teóricas que dan lugar central a lo cotidiano resultan en un importante insumo para la reflexión académica, teórica y política que se pretende en el derrotero de investigación sobre los procesos políticos, sociales y populares en los que participo.
Bibliografía
Heller, Á. (1977). Sociología de la vida cotidiana. Barcelona : Editorial Península.
Lola Cendales, Alfonso Torres. (1998). Los otros también cuentan. Bogotá: Editorial Dimensión Educativa.
Peter Berger, Thomas Luckmann. (1978). La construcción social de la Realidad. Buenos Aires: Amorrortu Editores
Rockwell, E. (1995). La escuela Cotidiana. México: Fondo de Cultura Económica
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