La enseñanza del patronaje en Colombia.
Entre sastres y modistas, primera mitad del siglo XX.
Lucy Alejandra Gutierrez Rengifo[1]
El tema del vestir concierne a todos de una u otra manera, haciendo que cada persona asocie la noción del vestir y los temas alrededor de la construcción de prendas, con el imaginario que desde su contexto tiene de la palabra moda, actual término que está naturalizado en el imaginario colectivo como concomitante con otras palabras relacionadas a la acción de vestir el cuerpo como atavío, indumentaria, ropa, ajuar, atuendo, traje, vestuario o prenda, con tal arraigo que, en la mayoría de las ocasiones, suelen usarse como sinónimos a pesar de significar cosas bien disímiles. Pues mientras la palabra moda connota la generalidad del término en el ámbito social, los segundos vocablos remiten directamente al sujeto y su cuerpo; pese a esta diferencia, claramente existe un consenso general para valorar el término moda como fenómeno estilístico en constante movimiento[2].
Aclaro que, mi tema de interés no es la moda como fenómeno social[3] y aunque la temática que me convoca, sí se halla inmersa en el contexto al ser el patronaje un proceso necesario en la elaboración de prendas de vestir. Es importante diferenciar los dos términos en la simbiosis del sistema moda.[4] Ha sido la historia del hombre quien nos cuenta como desde las civilizaciones antiguas, los diversos condicionantes políticos, socioculturales y económicos han configurado la moda, haciendo que la moda haya configurado los cuerpos y son esos cuerpos los que configuran[5] el patronaje, sus métodos y prácticas.
Al dar inicio a la búsqueda de discursos y referentes sobre el término técnico patronaje. encontré, que tanto el término patronaje como el verbo patronar, no figuran ni en el diccionario de la Real Academia Española -DRAE[6], ni el diccionario de la moda de Margarita Riviere[7]. Es un neologismo producto del desarrollo de una nueva actividad, esto nos da luces sobre el uso reciente del término en ámbitos de la producción de prendas de vestir. A su vez, términos como como sastre, modisto-a, costurero-a y patronista que se refieren a la labor de construir prendas de vestir si están presentes en los diccionarios dando cuenta de los detalles y diferencias de la labor.
Sastre: Persona que tiene por oficio cortar y coser trajes, principalmente de hombre.
Modista: Persona que se dedica a hacer prendas de vestir o a crear modas o modelos de ropa, principalmente para mujer.
Costurero(a): Persona que tiene por oficio coser y confeccionar, o arreglar,
ropa blanca y prendas de vestir.
Patronista: Persona que se dedica a hacer patrones de costura o de moda.
Al consultar fuentes y páginas web especializadas, se encuentran fácilmente las definiciones y descripciones de la técnica. Patronaje “es el sistema de organización de la construcción de una prenda de vestir, consistente en desglosar por piezas separadas las diferentes áreas del cuerpo humano a vestir, de forma y manera que cada pieza de tela se adapte a esa área y que la unión de todas las piezas en un orden predeterminado produzca como resultado un modelo de prenda que se corresponda con el diseño del modelo propuesto.[8] Evidentemente el termino patronaje es más reconocido en los contextos donde se implementa; de ahí, que a nivel general no se reconozcan las condiciones de existencia del mismo, ni el proceso, ni los diversos saberes que este implica, haciendo de éste un oficio casi invisible y desconocido.
Dada mi formación técnica y profesional en torno a la generación y construcción de prendas de vestir, nace mi curiosidad por hallar y entender los diversos discursos y prácticas en torno a los cuales se han cruzado y reconocido las nociones de la enseñanza del patronaje en Colombia como se comprende hoy.
Las exploraciones documentales realizadas inicialmente me han dado luz en torno a la circulación de este oficio, que ha sido transformado en su labor y connotación como rol durante la historia de la elaboración de prendas de vestir, pues ha presentado diferentes condiciones de aparición. Inicialmente, quienes producían los tejidos o procesaban los materiales, usaban directamente estos como prendas; con el paso del tiempo la labor de procesar materiales se fue desligando de la realización de prendas, haciendo que la labor implícita del patronaje estuviera integrada a la costura y otras labores propias de la cotidianidad doméstica; y aunque la acción de coser prendas de vestir ha abrazado la historia del traje desde las primeras civilizaciones, es en los inicios de la edad media, donde se encuentran las primeras menciones de oficios específicos inherentes a la construcción de prendas como la de sastre y las costureras diferenciando los roles, ya que mientras ellas se ocupaban de unir las piezas para la construcción de prendas, el sastre realizaba prendas estructuradas y complejas, labor integral cuyo mayor atributo era el de producir patrones de acuerdo a las variables corporales. [9]
En el contexto general e internacional he encontrado que la información histórica de los métodos de trazo de patrones se remonta a los antiguos tratados para sastres, trabajados con un lenguaje técnico y referido especialmente a conocimientos geométricos y matemáticos; el termino sastre aparece por primera vez en el Diccionario de Oxford en 1297, proveniente del latín “sartor”, que significa alguien que repara o arregla prendas.[10] Se conoce que desde la edad media existe el gremio de los sastres, oficio masculino de gran prestigio.
Gracias a la información brindada por Juan de Alcega, en su libro llamado “Libro de geometría, practica y traca”[11]publicado en España en 1580 que presenta entre otros, la técnica del patronaje; revelando que los saberes esenciales para la sastrería estaban no solo en el orden de la matemática y la geometría, sino que incluían fundamentos de anatomía, conocimientos sobre materiales textiles, dibujo y uso de herramientas entre otros. Con la aparición de este texto considerado el primero sobre la técnica, se dio la posibilidad de dar inicio a la estandarización de la enseñanza de la construcción de prendas de vestir de caballero; Este texto fue referente y guio por muchos años la transferencia de conocimientos sobre este oficio, aunque otros sastres de renombre en Europa generaron variaciones y métodos propios que competían con el tratado de Alcega, la información siempre fue restringida a un limitado grupo de sujetos, dado el prestigio de otorgaba ser un sastre reconocido en los contextos sociales, situación que no se daba en las tareas que no exigían formación especializada.[12]
Finalizando la Edad Media, las mujeres habían sido desplazadas de los talleres artesanales por las ordenanzas de los gremios de sastres, haciendo que algunas tareas fueran prohibidas para ellas, fomentando el trabajo en la clandestinidad. Pero, aunque las mujeres no estaban siendo capacitadas autorizadamente para estos oficios especializados, en el umbral del siglo XVIII la educación femenina contempla en sus currículos la formación en saberes básicos de costura e información para la fácil realización de prendas de uso cotidiano y doméstico en la enseñanza de las escuelas de señoritas. Estas labores femeninas incluían una sencilla versión de trazo de patrones, durante años, la construcción de patrones de prendas sencillas y de uso diario al interior del hogar, estaba incluida en los saberes básicos de la llamada Costura; temáticas brindadas a señoritas de bien, dentro del listado de saberes importantes en la escuela; por ejemplo, en el prospecto del “colejio de señoritas de las hermanas hospitalarias de san José”. Valparaíso – chile 1893, se menciona que cada año deben verse temáticas correspondientes a labores de mano o costura, economía doméstica y formación para el hogar, consideradas indispensables y exclusivas para la mujer.
Paralelamente a la educación femenina, también se generaron en Europa, algunas escuelas-taller para pobres asistidos que brindaban formación en labores de costura, estos talleres recibían niñas desde temprana edad, que iban especializándose en grupos de diferentes denominaciones como costureras, bordadoras, encajeras, camiseras, sombrereras, pasamaneras, etc.[13] En España por Decreto Real en 1911, fue organizada la enseñanza femenina de adultas donde “Las nociones de Geometría se reducirán a los conocimientos puramente precisos para las atenciones de la vida corriente, labores femeninas, dibujo con aplicación a estas, corte de ropa blanca y vestidos, y otras aplicaciones semejantes.” Tema también mencionado en el libro de 1912 llamado La educación femenina[14], donde se manifiesta que “dada la Vocación especial de la mujer… estos conocimientos eran parte importante de la formación requerida por la mujer en labores femeninas.” Es posible sospechar que las condiciones del paisaje industrial de este periodo, se constituyeran en elementos claves para la aparición de sendos manuales y métodos de modistería que presentaban en sencillos pasos de fácil entendimiento, información alrededor del trazo, corte y confección de prendas de vestir.
En el rastreo histórico del contexto colombiano del patronaje y su enseñanza, se evidencia que, ante la necesidad de la implantación en el nuevo mundo, de las tradiciones y oficios europeos, así como la implementación de algunas medidas vinculadas con la protección de la salud pública y la moralización de las costumbres, se hizo inminente la necesidad de agilizar la producción de prendas de vestir en el nuevo mundo. Como lo menciona Adriana María Álzate en su escrito Suciedad y orden: reformas sanitarias borbónicas en la Nueva Granada 1760-1810.[15]también da cuenta de ello el texto de sastres y modistas, historia del traje en Colombia, las nuevas costumbres y estilos hicieron necesario que el sastre apareciera en escena “Con la introducción del vestido español, ceñido a las líneas del cuerpo mediante el corte y costura de la tela, fue imprescindible la intervención de un nuevo artífice: el sastre”[16], así mismo, gracias al libro de los oficios de antaño[17], pude identificar y clasificar los oficios relacionados a la labor, que existían en la antigüedad en el país, como: tejedoras, costureras, costureras domésticas; maestros sastres, oficiales de sastre y aprendices de sastre; modistas y modistas de ropa fina; que están presentados de acuerdo al contexto en el que se realizaba la labor y el nivel de conocimiento o dificultad de la misma.
Al direccionar mi búsqueda alrededor de las formas como la instrucción en esos saberes fue implementada en el país; se hallan datos de la labor de “hacer” prendas de vestir en algunos textos históricos, donde se cuenta como, en el país también se implementaron programas de educación femenina, que incluían la práctica de la costura y labores propias de su sexo, donde se menciona que “el ramo principal de una mujer, es coser con perfección". Para la enseñanza de estas labores se adoptó en los primeros años de la república, el manual para el método de enseñar la costura de las escuelas lancasterianas[18] que presentaba un estricto desarrollo paso a paso de las clases. Hacia la mitad del siglo XIX, con las reformas educativas del gobierno de Pedro Alcántara Herrán (1841-1845)[19] se favorecieron las enseñanzas de tipo práctico que generarán industria, recomendando instruir a las mujeres en otras manufacturas más lucrativas que el bordado, como "la costura de sastre, la extracción de manchas, el lavado de toda especie de telas, el tejido de medias, bolsillos, encajes, etc." Generando que en la clasificación de las actividades económicas se considerará a las costureras dentro del grupo de artesanos junto a los sastres.
Este fomento de la actividad favoreció que surgieran las dos primeras publicaciones conocidas, encaminadas a enseñar a las mujeres el corte de vestidos. En 1887, Pedro María Arango publicó un Tratado de corte, obra escrita "con tánta claridad que cualquier señorita de regular inteligencia puede aprender en ella todo lo que se refiere al corte de vestidos" y en 1897 las profesoras Carlina y Arnalia Barriga Echeverría publican el Nuevo método de modistería, implementado en el Colegio Pestalozziano.[20]
A pesar de encontrar información importante sobre la enseñanza de los oficios y sus labores, continua mi inquietud en conocer cómo surge la enseñanza específica del patronaje, las razones que lo configuraron, sus prácticas y discursos, ¿que circuló alrededor de estos para que este conocimiento se desplazara de ser un proceso implícito en la realización de prendas a la técnica especifica que conocemos hoy?
En la actualidad, el Patronista es una ocupación establecida y normalizada[21] tanto en la clasificación nacional de Ocupaciones de Colombia, como en otros países del mundo. En España, también está referenciada en el catálogo Nacional de cualificaciones profesionales.[22] Los marcos de profesionalización de esta actividad en los entornos empresariales y académicos, junto a la dispersión de los discursos y los cambios producidos por la heterogeneidad de sus prácticas, me cuestionan si ¿el patronaje pudo haber jugado algún papel en los requerimientos políticos y estéticos del vestuario, que le permitieron visualizarse de manera independiente? es posible que, la diversidad de condiciones de enseñanza y los conocimientos técnicos requeridos para transferir este saber, junto a la multiplicidad de los discursos que lo atraviesan, ¿hayan sido los que lentamente han ido delimitado este nuevo oficio?
En mi actual rastreo documental del contexto del patronaje y la enseñanza del mismo en Colombia; aunque he encontrado multiplicidad de textos de fuente secundaria con diferentes perspectivas, relatos de eventos cruzados que mencionan el vestuario en espacios y momentos cronológicamente disimiles, son realmente escasos, los que de alguna manera rozan el tema del patronaje, unos pocos vislumbran los contextos y circulación de los oficios que lo contemplan, siendo mínimos los hallazgos de las condiciones de existencia de la enseñanza de este tema técnico en Colombia; las fuentes primarias que tocan el tema son escasas y aunque ha sido complejo escudriñarlas, seguiré en la tarea de levantamiento del archivo que dé cuenta de las relaciones que circularon en torno al tema y me permita despejar las inquietudes generadas.
He abordado información cronológicamente muy amplia intentando encontrar la delimitación ideal para mi búsqueda documental y construcción de archivo, decantándome por la primera mitad del siglo XX donde las relaciones de índole económico, político o social y sus condiciones de posibilidad, atraviesan las prácticas y discursos de la labor; me han llevado a identificar dos eventos como posibles mojones que puedan balizar mi interés temático; estos son la masacre de los sastres en la plaza de Bolívar de Bogotá, en el año de 1919 y la fundación de la escuela de patronaje Arturo Tejada Cano, en 1960. Enmarcándome globalmente en los albores del siglo XX, donde es reconocido el estímulo que tuvo la industria textil en Colombia amparada en la fuerza que, la revolución industrial estaba teniendo en el país y el nacimiento de las primeras empresas de tejidos: Fábrica de Hilados y Tejidos El Hato (Fabricato-Tejicondor), Compañía de Tejidos de Bello, Tejidos Medida, Fábrica de Tejidos Hernández y Compañía Colombiana de Tejidos (Coltejer) que vislumbraban un panorama prometedor para la industria del vestuario en Colombia[23].
Me inquieta especialmente el acontecimiento de la masacre de los sastres[24] y costureras que se manifestaron inconformes con el gobierno de Marco Fidel Suárez por haber dictado un decreto permitiendo la importación de uniformes militares; este evento me genera cuestionamientos en torno a los productores y sastres que, consideraban estar preparados para responder ante un requerimiento industrial de ese tamaño. ¿ya se habían reconocido e implementado en el país los procesos de industrialización de patrones? y ¿de qué manera estas personas fueron capacitadas o actualizadas? Este tal vez podría ser un indicio que me permita encontrar una serie de rupturas y desplazamientos en los roles de sastres y modistas, en las prácticas del patronaje en Colombia en los contextos industrializados, en los procesos de transferencia de sus conocimientos y la emergencia de la enseñanza del patronaje, como técnica individual y no dentro del grupo de conocimientos generales del oficio.
Por otro lado, con la crisis económica generada por el bogotazo del 9 de abril de 1948, la quiebra económica de su empresa Fémina, empuja al empresario Arturo Tejada Cano y su cuñada la modista de ropa fina, Candelita de Rojas a buscar un nuevo sustento para su familia y recurren a su capital intelectual incursionando en el mundo de la educación con cursos de patronaje e ilustración, hasta formalizar en el año 1960 su escuela de patronaje; de este segundo acontecimiento que presenta la palabra patronaje como técnica factible de ser enseñada, me inclino por explorar las practicas discursivas y no discursivas, sus relaciones y demás elementos que me permitan reconocer un conjunto de condiciones de existencia en torno al patronaje y su enseñanza en Colombia.
Seguramente los entrecruzamientos de diferentes discursos me permitan reconocer si existen relaciones entre la enseñanza del patronaje, con la configuración de, ¿los cuerpos?, ¿las estructuras sociales?, ¿los modelos económicos?,¿Cuáles fueron esos diferentes discursos que lo instituyeron y enriquecieron para llegar a ser lo que es hoy? Ya que, ¿Si el patronaje está definido de una manera clara hoy ¿Como fue definido antes?, ¿De qué maneras fue enseñado? ¿cómo transita el concepto de enseñanza del patronaje hoy y como transitó antes?
[1] Candidata a Magister. Maestría en Educación. Universidad Pedagógica Nacional. SPI, grupo Educación, pedagogía y subjetividades. Profesor Bernardo Galindo 2020-1
[4] Barthes, Roland; ROCHE, Carles. El sistema de la moda y otros escritos. Barcelona: Paidós, 2003.
[5]Cortés, María Teresa González. Los viajes de Jano: historias del cuerpo. Icaria Editorial, 2007. “La moda configura cuerpos imaginarios desiguales y discontinuos. y por haber nacido dentro de los siglos perecederos de la modernidad carece del espíritu de arraigo. Y por este motivo la moda disfruta exhibiendo cuerpos, diferentes anatomías renovables y todo tipo de figuras versátiles...”
[6] Real Academia Española. (2019). Diccionario de la lengua española. Consultado en http://www.rae.es/rae.html
[7] Rivière, M. (1996). Diccionario de la moda: los estilos del siglo XX. Grijalbo
[12] Menjot, Denís. El mundo del artesanado y la industria en las ciudades de Europa occidental durante la Edad Media (siglos XII-XV). Catharum: Revista de Ciencias y Humanidades, 2010, no 11, p. 5-18.
[13] Barahona, Victoria López. Las trabajadoras en la sociedad madrileña del siglo XVIII. ACCI, 2017.
[15] Alzate, Alzate Echeverri. Suciedad y orden: reformas sanitarias borbónicas en la Nueva Granada 1760-1810. Universidad del Rosario, 2007.
[16] Martínez Carreño, Aída, et al. Sastres y modistas: Notas alrededor de la historia del traje en Colombia. 1991.
[18] De Piérola, Nicolás. Manual para el método de enseñar la costura en las escuelas lancasterianas de niñas de la Republica del Perú: adoptado del que se usa en las escuelas elementales de Inglaterra. Imprenta de la Instrucción Primaria, por J. Ross, 1827.
[19] Medina, José Eriberto Cifuentes; SILVA, Aura Lucia Camargo. La historia de las reformas educativas en Colombia. Cultura Educación y Sociedad, 2016, vol. 7, no 2, p. 26-37.
[20] Martínez Carreño, Aída, et al. Sastres y modistas: Notas alrededor de la historia del traje en Colombia. 1991.
[21] “5245 Patronistas de productos de tela, cuero y piel”, Clasificación Nacional de Ocupaciones – SENA 2019
[22] Real Decreto 1416/2005, de 25 de noviembre, Catálogo Nacional de las Cualificaciones Profesionales
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