martes, 30 de junio de 2020

Ensayos y artículos de reflexión 8,

Ensayo

El poder y la resistencia

Kevin Lezmes[1]

En el texto “sujeto y poder” Foucault nos invita a que retiremos los prejuicios y conceptos previos que tenemos a cerca del poder y de sus significaciones para entender la trama de relaciones que hay tejidas alrededor de nosotros como humanos convertidos en sujetos y sobre todo, en sujetos del poder y con poder. El autor nos acerca a  una nueva mirada respecto a las relaciones de poder en tanto acciones y estrategias que están presentes incluso en la vida cotidiana. Es de resaltar que este poder al que se refiere Foucault es un poder humano, transversal y con características muy puntuales. Sin embargo, en este escrito la finalidad es analizar los distintos tipos de resistencia que posee ese poder al que nos referimos, notando que en la resistencia existe un factor común.

Es de resaltar que Foucault inicia el análisis del poder precisamente desde el análisis de las resistencias, pues a través de la oposición es como podemos hacer un contorno más definido de que son las relaciones de poder. En primer lugar, encontramos que “El objetivo de estas luchas son los efectos del poder en sí.” (Foucault, 1988) es decir que las luchas de oposición al poder no se fijan en el poder y en la instituciones o personas que lo ejercen, sino más bien se oponen a lo que este poder pueda producir. Es de notar que en los análisis clásicos del poder como por ejemplo el materialismo histórico, se suele utilizar un mecanismo de oposición binario, como puede ser la lucha de clases, en el que dos grupos se enfrentan directamente. En este caso el poder y su resistencia combaten encarnando una lucha que es en principio desigual pero que enfrenta más a actores (ciervos contra señores feudales, obreros contra burgueses) que a fuerzas de poder. 

Según el análisis de Foucault, en realidad las resistencias al poder se enfrentan o se oponen más a los efectos de poder que a los poderosos que “tienen” el poder, y esta es una visión novedosa porque extrae en cierto sentido la figura del poder como algo estático y lo ubica en el orden de lo dinámico, pues los efectos de poder a veces son impredecibles. 

La segunda característica del análisis de las resistencias que plantea el autor sigue en la misma línea de la resistencia que se opone a los efectos del poder, lo que deriva en que las luchas de resistencia son inmediatas. Al resistirse a lo efectos de poder, quien se opone lo hace respecto a lo más cercano a sí mismo, o lo que es lo mismo en palabras de Foucault “En tales luchas la gente cuestiona las instancias de poder que están más cercanas a ellas, aquellas que ejercen su acción sobre los individuos.” (Foucault, 1988)Es decir que la resistencia al poder es frente a lo que afecta al sujeto en su cotidianidad, por lo tanto son luchas más reactivas frente al poder que activas, lo cual puede ser interpretado como una resistencia reaccionaria. En este tipo de resistencia, no existe un individuo poderoso detrás del poder sino solo quien ejerce el acto de poder (que regularmente suele ser opresivo). En este caso podemos usar de ejemplo a la policía. Este ente de seguridad no es responsable enteramente de lo que hace, pues ejecuta ordenes que son dictadas por esferas de poder que están en un nivel difícil de percibir en lo cotidiano. Por lo tanto, frente a un desalojo policial, los desalojados verán en la policía al enemigo inmediato y harán un choque físico contra ese enemigo, más no cuestionan de donde y por qué se les pide desalojar.
Cabe anotar en esta caracterización de las resistencias generales que hace el autor, que estas luchas son también transversales, lo cual quiere decir que, frente a un problema o forma del poder opresivo, la lucha no suele distinguir entre nacionalidades o géneros. En general, resalta Foucault, las luchas suelen aparecer en todos los lugares y momentos históricos porque los efectos adversos del poder suelen ser formas patológicas del mismo; y esta forma patológica es por lo demás muy sencilla de alcanzar.  

Sin embargo, en las distintas caracterizaciones de la resistencia es importante mostrar que no existen solo las resistencias inmediatas, pues al igual que el poder, la resistencia es dinámica. Por ello Foucault menciona otras tres formas de resistencia al poder que tienen un sentido más filosófico y, por tanto, son resistencias más amplias en el tiempo y en el espacio. La primera de estas resistencias que menciona el autor, tienen la característica de cuestionar el estatus del individuo. Sin embargo, resalta Foucault, estas luchas no se oponen al individuo sino más bien a la dinámica individualizadora de los sistemas de poder modernos encarnados mayoritariamente en el Estado. Por ello el autor puntualiza en que estas luchas están “en contra de el gobierno de la individualización” (Foucault, 1988)Esto en el marco del poder que divide las identidades colectivas de los pueblos creando una individualización que permite homogeneizar en el sistema de manera más efectiva al sujeto. 

La individualización apunta directamente a crear individuos que son en cierto sentido “iguales” los unos con los otros. En ese sentido Foucault arguye que este tipo de resistencias menos directas cuestionan directamente el estatuto del sujeto moderno planteando la pregunta por quienes somos nosotros. Esta pregunta de corte existencialista y ontológico se dirige hacia la caracterización científica que ha hecho el poder a cerca del sujeto atribuyéndole una identidad inmanente, una identidad de la cual es el titular. En palabras del autor este tipo de resistencia “Son un rechazo a las abstracciones de la violencia económica e ideológica, que ignoran quienes somos individualmente como también son un rechazo a la inquisición científica y administrativa que determina quien es uno” (Foucault, 1988)este régimen o “violencia” del saber es una característica peculiar del poder occidental moderno, o más bien de la forma técnico-científica que adquirió el poder para dominar al individuo, pero también para hacer del sujeto un ente productor y al mismo sistema algo positivo en el sentido de productor de sentido, de identidades y de individualidades. Pero, al tiempo y es algo de resaltar, el poder individualizador hace más homogéneo al humano. Aunque haya un sentido de contradicción en las palabras de Foucault, al afirmar que el régimen de saber occidental ignora al individuo pero al mismo tiempo individualiza al sujeto, en realidad las palabras del autor se centran en la forma en que el poder individualiza para homogeneizar, y divide al sujeto para dominarlo.
En ese sentido, el poder occidental utiliza el saber científico y técnico para producir y dominar, es por ello que la tercera forma de resistencia en este apartado es la lucha contra los privilegios del conocimiento. Y es que estos privilegios están centrados en dividir al sujeto y en convertirlo en el foco del conocimiento científico social. Estos privilegios a los que se refiere el autor no son ampliamente explicados; por ello en un animo de especulación considero que se refieren a la forma en que el poder adapta ciertas formas de conocimiento a la dominación del sujeto. De todas maneras, ningún tipo de saber es producido sin una intencionalidad, ya que no existe algo así como “el saber por el saber” sino que más bien el poder usa el saber, sobre todo, desde lo humano hasta la naturaleza (ya que es un poder con forma “técnica”) para dominar y reproducirse a sí mismo.

En conclusión, podríamos afirmar que Foucault hace una distinción clara entre dos formas de resistencia: por un lado, la resistencia directa y entendida como una reacción frente a formas coercitivas del poder; y por el otro, la resistencia que cuestiona de una forma filosófica y ontológica al poder como una forma de dominación y producción de sentido. La primera forma, más frontal y física se refiere a las formas patológicas del poder y en ella podemos encontrar las luchas armadas y las resistencias históricas, y la otra forma es más bien un cuestionamiento a la forma en que el poder se ha estructurado como una red de relaciones productivas y positivas que sin embargo ejercer un control sobre el humano convertido en sujeto en ambos sentidos (sujeto como individuo y sujeto como algo “sujetado”).

Foucault. Michel. (1988). El sujeto y el poder. Revista Mexicana de sociología No. 50. Vol. (3), pp. 3-20.

 



[1] Candidato a Magister. Maestría en Desarrollo educativo y Social CINDE. Línea de socialización política. Filósofo. 2019


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