Avance
de la investigación
La enseñanza del Latín en Colombia
Fanny Andrea
Cifuentes Ortiz
Del auge a la desaparición
La enseñanza de cualquier disciplina del
conocimiento por lo general ha estado ligada al lenguaje, entendido éste no
como lengua sino como facultad mental e innata que posee el hombre; con su
ayuda se ha construido formas de comunicación, sistemas de convenciones y se ha
consolidado el pensamiento humano. La lengua por su parte, a pesar de la
estructura y los mecanismos comunicativos que tiene, a pesar de ser un vehículo
potente para transmitir saberes, no se le puede catalogar como un sistema
inamovible, ya que se transforma y en ocasiones tiende a la desaparición. Es el
caso del Latín, considerado idioma de supremacía[1],
sobre todo durante periodos específicos, entre ellos: el auge del imperio
romano y en el siglo XVII en El Nuevo Reyno de Granada, tras el descubrimiento
y la conquista del Nuevo Mundo.
La historia tiene registro de las diversas
invasiones que realizaron en España durante varios siglos, pueblos árabes,
romanos, celtas, cartagineses, fenicios, tartessos, entre otros; sus
asentamientos, transacciones comerciales, su influencia nómada y los factores
geográficos de la península determinaron ciertos rasgos lingüísticos que
incidieron en la evolución de unas lenguas que al fusionarse con el Latín,
tuvieron estructuras más unificadas y sólidas.
En Centroamérica y América del sur, el Latín aparece
en la conquista y en la colonización, aporta a los procesos de alfabetización y
evangelización que los frailes misioneros tuvieron a cargo, a través de la
instrucción y de la traducción de textos indígenas a la lengua castellana que
se imponía. Más tarde, distintas órdenes religiosas y un grupo de humanistas
fueron impulsando la instrucción de la gramática latina; primero de manera
autodidacta, al aire libre o en recintos privados, luego, en claustros construidos
bajo el auspicio de la corona española.
En este ejercicio investigativo, se observa la
enseñanza del Latín como práctica regulada y en términos del autor Michel
Foucault, controlada por fuerzas que generan unas condiciones para la
emergencia de algo, pero en este caso, para el descenso y casi desaparición de
una lengua predominante. Es claro que el Latín fue una estructura al servicio
del poder eclesial-político y un vehículo para desplegar el saber religioso y
el saber científico. Sin embargo, en algún punto de su recorrido, la enseñanza
y la práctica oral-escrita decaen, su empleo se limita a sentencias y
rudimentos de la gramática; sólo se vislumbrará cierta conservación en el
ámbito religioso, en algunas facultades en universidades y en documentos
históricos.
Tiempo, espacio y razones
La perspectiva metodológica y conceptual
foucaultiana permite plantear una pregunta que orienta esta aproximación
arqueológica de la enseñanza del Latín en Colombia, ¿Por qué el Latín dejó
de ser un saber escolar?
De acuerdo a la revisión bibliográfica, la
instrucción de este saber particular estuvo permeada por diferentes
dispositivos e instancias del poder; por la legislación de gobiernos, los
mandatos de la corona española, las disposiciones de órdenes eclesiásticas y
académicas que contribuyeron a desvanecer la imaginería indígena en América,
para dar paso a nuevos conocimientos atravesados por la fe cristiana. Por otro
lado, cuando se habla en términos de enseñanza, se ve una disminución y casi
desaparición del Latín de los claustros privados y de la instrucción popular.
Por lo tanto, para mostrar y analizar
acontecimientos y fuerzas que generaron tal decaimiento del Latín como saber
escolar, es importante seleccionar y clasificar los documentos entre la última década
del siglo XIX y las dos primeras décadas del siglo XX, estableciendo como punto
de partida para la búsqueda, la llegada de la imprenta a Colombia.
Ámbitos y superficies del saber
Para este ejercicio investigativo se tendrán en
cuenta algunos elementos de análisis que el autor Michel Foucault ha dispuesto
en su extensa obra, especialmente en: La arqueología del saber; Nietzsche,
la genealogía, la historia; El sujeto y el poder y Las palabras y las
cosas. El tema del saber y las relaciones que éste establece con otras
categorías se pueden apreciar en estas obras, hay también en ellas argumentos
para entender enunciados iniciales que los documentos arrojan para ir
consolidando la propuesta investigativa.
Se establecen pues las siguientes concepciones articuladas
con las categorías de Foucault: la dupla Iglesia-monarquía; la pluralidad de la
instancia eclesial: autoridad, adiestramiento, adoctrinamiento y organización;
los grupos dominantes que intervinieron en la instrucción del Latín; las
superficies en donde hizo despliegue la lengua latina; los sujetos que fueron
atravesados por este saber-poder; las prácticas y las técnicas para la
enseñanza - aprendizaje del Latín. Finalmente, el discurso efectivo de este
saber que se fue formando, transformando y luego desvinculando paulatinamente
de la instrucción y posteriormente, de la enseñanza.
En primer lugar, la Iglesia católica afianzó lazos
con la monarquía española, asistía a los reyes y a otros nobles en proyectos
que se emprendían por aquella época, y para una empresa tan monumental y
riesgosa como lo fue la conquista del Nuevo Mundo, era imperativo que la
Iglesia aportara personas capacitadas para orientar a los pueblos nativos que
encontrasen[2].
En segundo lugar, los procesos de aculturación,
alfabetización y evangelización tenían internamente aspectos que bien podrían
comparárseles con la pluralidad de las instancias del poder que define el autor
francés. Se observa en los grupos dominantes, la autoridad e influencia
otorgadas no solo por sus altos cargos en la realeza, en las instituciones
eclesiásticas y en la academia, sino por su fuerte formación y consagración
a la cultura clásica latina[3],
percibidas en la oratoria y en discursos escritos donde se hallan marcas de ese
amplio saber que supo extenderse por este territorio.
Referenciando a los autores Rivas Sacconi y Vergara
y Vergara, el Latín estuvo en manos de conquistadores humanistas[4],
religiosos franciscanos, dominicos, jesuitas, entre otros, de licenciados y
de otros académicos formados en Europa y en el Nuevo Mundo; de políticos y
revolucionarios; de naturalistas que hicieron parte de la Expedición botánica.
También se encuentra en superficies predominantes: botánica, medicina,
literatura, filosofía, teología y ciencias jurídicas. Todas muy importantes en
la instrucción y la formación que se pretendió brindar a una sociedad que se
iba tejiendo en el Nuevo Reyno de Granada.
Podría decirse que el encuentro de culturas y
lenguas diferentes era inevitable; la historia de los historiadores, al parecer,
no incluye con tantos detalles cómo fue la fusión de estas lenguas de
supremacía y lenguas aglutinantes5, que se acercaron y asimismo se
alejaron, fueron generando pensamientos y comportamientos heterogéneos. En la
revisión de textos indígenas, “se ve el efecto de la traducción y en
consecuencia, las modificaciones a diferentes ideas, entre ellas, la
espiritualidad”[5].
Los misioneros, cronistas y otros escritores que indagaron de una manera
más interna los asuntos de estos pueblos, fueron trastocando significados y
sentidos de esos pocos textos encontrados. Quizá conscientes o no, eso permitió
conservar más la doctrina religiosa católica y el pensamiento extranjero que se
imponía.
Para acercar un poco este ejercicio investigativo a
lo planteado en La arqueología del saber, la tematización que se realiza
con antelación, permite fundamentar la estructura a partir de la clasificación
de categorías y elementos que Foucault usó en esta respuesta a la crítica por
su obra, Las palabras y las cosas. En la formación de los objetos, la
localización de superficies está supeditada a la discontinuidad del discurso
que “es otra cosa distinta del lugar al que vienen a depositarse y
superponerse, como en una simple superficie de inscripción, unos objetos
instaurados de antemano”[6]
Por consiguiente, la
serie de documentos que contienen enunciados sobre el Latín en diferentes
épocas, muestra sus funciones y sus manifestaciones correspondientes a las
fuerzas que se iban reuniendo para un mismo fin pero de diferentes modos y
condiciones. Por un lado, y en el sentido más religioso, este idioma ha sido
visto como vehículo de unidad universal de la Iglesia católica, una de las
tantas justificaciones para su expansión y dominio. Sin embargo, en épocas
dispares, la intensidad de su objetivo principal, disminuye y se transforma.
En otro sentido, el
Latín en superficies científicas y académicas, se vio como producción histórica
y estética. El Tomo XLVIII, La Flora de la Real Expedición Botánica del Nuevo
Reyno de Granada[7],
dedica más de 100 páginas a la taxonomía de las Asteráceas, cada una con
etimología latina, “Bidens segetum,
del latín seges – segetis: maizal; por el hábito, que
recuerda al de las plantas de maíz. Y bidens
que deriva de dos términos latinos, bis: dos veces y dens:
diente. Se refiere entonces a las cerdas de los aquenios de algunas especies de
este género que están formados sólo por dos dientes afilados”[8].
[1] DELGADILLO
CRIABO, BUENAVENTURA. (Coord.) Historia de la Educación en España y América.
Ediciones Morata,
Madrid, 1992 -1994
[2] HERNÁNDEZ DE
ALBA, Guillermo. (1969)Documentos para la historia de la educación en Colombia
(1540 – 1653),
Tomo I. Bogotá. 1969
[3] RIVAS SACCONI,
José Manuel. El latín en Colombia, bosquejo histórico del humanismo colombiano.
Instituto
Caro y Cuervo. Bogotá: Librería
Voluntad, 1949
[4]
Ibídem.
[5]
ORJUELA, Héctor. Yurupary, mito, leyenda y epopeya del Vaupés; Bogotá:
Instituto Caro y Cuervo. 1983
[6] DELGADILLO
CRIABO, BUENAVENTURA. (Coord.) Historia de la Educación en España y América.
Ediciones Morata,
Madrid, 1992 -1994
[7] MUTIS, José Celestino (Promotor y Director de
la Expedición Botánica). Tomo XLVIII Flora de la Real Expedición Botánica del
Nuevo Reyno de Granada. (1783 – 1816). Gobierno de España y Gobierno de
Colombia. Agencia española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.
Instituto Colombiano de Antropología e Historia. Real Jardín Botánico de Madrid
(CSIC) e Instituto de Ciencias Naturales – Museo de Historia Natural de la
Universidad Nacional De Colombia. Ediciones Cultura Hispánica. Madrid. 2009
[8] Ibídem., p. 15
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