lunes, 9 de agosto de 2021

Ensayos y artículos de reflexión 12

 

Ensayos y Artículos de reflexión


La emergencia de la mirada, su positividad y relación con el saber

Yudy Castellanos Delgado

 

El siglo XIX estuvo fuertemente marcado por la soberanía de la mirada, “ya que en el mismo campo perceptivo, siguiendo las mismas continuidades o las mismas fallas, la experiencia”[1] leía de inmediato las lesiones visibles del organismo y las relacionaba con formas patológicas, es decir, la ojeada antecedió el principio o verdad. Pareciese que de entrada el texto convocará a pensar en la unidad de la mirada médica, no obstante, es imprescindible advertir que tiene una pugna por la libertad, por la “totalidad abierta, infinita, móvil, desplazada sin cesar y enriquecida por el tiempo”[2] .En últimas la mirada que se convertiría en el receptor y en una de las principales fuentes de claridad.

La mirada del médico halló en el hospital el lugar de las verdades recurrentes, las enfermedades se agruparon por órdenes, tipos y especies, es decir, la enfermedad encontró un lugar elevado, cabe recordar que fue gracias a las irrupciones que se transformó la idea que circulaba para la época y que defendía que el seno de la familia y los hospicios de caridad eran el lugar natural de la enfermedad. El cruce de fuerzas como las exigencias de la reorganización del saber, la disolución de los privilegios sociales y la cobertura de la salud para la nación, permitieron que al estado se le adjudicará el hospital, de ahí, que fuese condición de posibilidad de los libres experimentos, la enfermedad se veía continuamente confrontada con una mirada que se proponía leerle, el hospital fue el lugar que proporcionó el saber al maestro.

Lo que se veía y leía de la enfermedad, lo que consiguió el enfermo al exteriorizar su dolencia por medio del lenguaje, fue la antesala para el registro mediante la escritura, este registro permitió la sistematización e interés por parte de un grupo privilegiado que anhelaba que el saber superará el estatus del esoterismo, de charlatanería, es así como, “La clínica aparece como la solución concreta al problema de los médicos y de la definición de competencia médica”, según Foucault se trata de  una “estructura mucho más fina y compleja en la cual la integración de la experiencia se hace en una mirada que es al mismo tiempo saber, es decir, que es dueña de su verdad, y libre de todo ejemplo”[3], cabe aclarar en este punto que no se trata de la organización cronológica de eventos, más sí, de las fuerzas que permitieron que circularán los discursos y que fueran las condiciones de posibilidad de la institucionalización del saber en el nacimiento de la clínica.

La clínica emergió de una estructura discursiva en la que se encontró el médico y el enfermo pero que se transformó, en un momento histórico en el “faltaba una estructura indispensable: aquella que habría podido dar unidad a una forma de experiencia ya definida por la observación individual, al examen de los casos, a la práctica cotidiana de las enfermedades, y a una forma de enseñanza”[4], lo anterior suscitó una organización de la medicina clínica.

La clínica del siglo XVIII contemplara a la pedagogía, este componente fue el que organizó los conocimientos médicos y el saber de la enfermedad, la pedagogía suscitó la transposición de ver/aprender a mirar/saber mediación posible gracias al lenguaje. Según Foucault el saber se transmite mediante la palabra, y “triunfa quien lleva en ella la mayor verdad”[5], se trata como indica el autor, sacar a la luz, descubrir, como valor positivo de la iluminación.

La necesidad de la enseñanza de la medicina por la práctica misma hace que el rol médico pase de acciones por descubrir la enfermedad en el cuerpo del enfermo, a aprendices que están bajo la orientación de un médico enfrente de los casos susceptibles de instruir, es decir, la clínica a su vez debió ser más que un espacio de encuentro del enfermo con el médico, debió formar constitucionalmente un campo enteramente estructurado, adicionalmente el sujeto como portador de enfermedad no fue relevante, el foco de los médicos era la enfermedad como objeto, sin importar el cuerpo que la portará. Para este punto la mirada ya no es la misma, no es poseedora del análisis, ahora es vigilante del lenguaje exterior al que recurre para confrontarle y visibilizarle. Las facultades se muestran como instituciones duales por poseer poder/saber, en el marco de la legitimidad, estas instituciones también se vieron permeadas por el cierre, la apertura y la posterior organización del saber.

La positividad de la mirada  permitió que circularán discursos a propósito de la enfermedad y su relación con el saber, la institucionalización del saber en “la clínica es probablemente el primer intento en formar una ciencia únicamente sobre el campo de lo perceptivo y una práctica sólo sobre el ejercicio de la mirada”[6], es así como la mirada se ofrece a la enfermedad y al mismo tiempo la configura, ello gracias a los códigos perceptivos, entonces, la enfermedad se presenta al médico de dos formas, como síntoma o como signo,  de ahí que el saber anticipador del médico de cuenta de la deducción rigurosa, por tratar de identificar el signo, a partir de los síntomas por medio del estudio de casos  a través del tiempo.

 La positividad de la mirada en relación con el saber clínico, se configura a través de la descripción de los hechos en su dominio hospitalario, lo que hace referencia a ver y decir lo que es visible al ojo del médico y un segundo dominio que es el pedagógico que hace referencia a ver, saber y enseñar. Para este momento del texto, el cuerpo es visto sin prejuicios, se trata de un cuerpo comprendido como un contenedor de órganos y tejidos, que pueden estar siendo afectados por una enfermedad o fiebre que se manifiesta mediante síntomas que anteceden a un signo, es por eso que si bien la mirada médica ha facilitado la comprensión del fenómeno, se fortaleció con otros sentidos como lo fueron el tacto y el oído (todos como técnicas de supervisión), manera multisensorial que se será vista como la acción anticipadora al triunfo de la mirada médica confrontado en la muerte, más específicamente con la autopsia.

Esa trinidad previamente mencionada, enuncia el acorralamiento del mal por señales, medido en la profundidad, sacado a la superficie, por la disección y que fue apartado de toda posición moral. La idea de muerte fue en principio la amenaza que invalidaba el saber y su capacidad para apartar del enfermo su dolencia pero también el momento de confrontación de lo que se había dicho, o descrito. La mirada ahora determina la intervención de las técnicas que salían del círculo de lo visible. Llegado este punto no es secreto que en el nacimiento de la clínica la muerte será el objeto de estudio de la medicina, y aún más cuando se trata de síntomas mudos que por su carácter no visible permanecen internos, sin aflorar a la superficie; pero que por cuenta de la trinidad y su encuentro en ocasiones con la disección, daban el voto positivo del saber anticipador.

Con todo, el nacimiento de la clínica da cuenta de una mirada que aunque en principio se le denominó como fuente de claridad, no fue el único recurso para que el saber ocupará un lugar en la clínica, la enfermedad y su positividad, permitió la clasificación, la organización y las no continuas etapas en que se veía como un fenómeno que debe seguir las reglas de la naturaleza, la enfermedad como objeto y el enfermo como sujeto y su transposición como objeto de estudio. Es así como la mirada no ha sido fuente de verdad, su rol más bien ha sido sugerir condiciones de posibilidad de enunciados, que van desde la ligera apreciación que se hizo de la enfermedad, el enfoque del ojo, su desvanecimiento por cada detalle, su prolongación y especialización en el marco de un saber empírico pero que poco a poco fue nutriéndose de práctica, teoría, experiencia, vida, muerte, pero que va permitir que la medicina logre institucionalizar su propio discurso.

Con todo el presente ensayo habla de la mirada y su positividad haciendo referencia a “su unidad a través del tiempo”[7] al “espacio limitado de comunicación”[8], con la positividad de la mirada se pueden desplegar identidades formales, continuidades temáticas, traslaciones de conceptos, juegos polémicos. La mirada como condición de emergencia de los enunciados en su dispersión, el cruce de fuerzas que permitió dar cuenta de una no linealidad, no coherencia, no unificación, no verdad; se trata, de una paulatina transformación que ayudó a detectar síntomas y a configurar síntomas diferenciándola de todo registro, de todo leve recorrido sin limitación con variables acontecimientos. La mirada médica gracias al movimiento autónomo previamente descrito, en convergencia con el saber cómo centro de dispersión, logró permear la experiencia médica, esto en el marco de un círculo que no está limitado, sino por el despliegue de ella misma.

 

BIBLIOGRAFIA

Foucault Michel. El Nacimiento de la Clínica. Una Arqueología de la Mirada Médica. [Libro]. - Argentina : Siglo veintiuno editores S.A, 2003.

Foucault, Michael. La Arqueología del Saber.  Siglo XXI. Editores Argentina S.A. 2010



[1] Foucault, Michael. El Nacimiento de la Clínica. Una Arqueología de la Mirada Médica.  Siglo XXI. Editores Argentina S.A. 2003 p. 17

[2] Ibídem., p. 53

[3] Ibídem., p. 123

[4] Ibídem., p. 81

[5] Ibídem., p. 79

[6] Ibídem., p. 68

[7] Foucault, Michael. La Arqueología del Saber.  Siglo XXI. Editores Argentina S.A. 2010 p. 166

[8] Ibídem., p. 167

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