sábado, 11 de diciembre de 2021

Avances de investigación 13

 

Avances de investigación

La idea de “niño salvaje” y la educación

Yenni Marcela Patarroyo[1]

 

El trabajo de grado se centra en estudiar un “niño salvaje” que fue encontrado en el bosque de la Caune en Francia, en el año 1799, al cual llamaron Víctor. Fue clasificado por las personas de la época como “niño salvaje” por no tener las características y rasgos similares a sus semejantes.

 

Jean Itard, pedagogo dedicado a la enseñanza y rehabilitación de sordos, acogió al niño e intentó realizar un proceso educativo con él (ya veremos el sentido de tal pretensión y los logros alcanzados). En esa dirección, hace un informe detallado de cómo se encontraba el niño, física y mentalmente, de cómo lo veían dentro del entorno donde se desenvolvió después de haberlo encontrado, y de su desarrollo frente a las acciones implementadas con él, para desplegar sus habilidades cognitivas (Cf. Itard, 1801). Este informe fue publicado en 1801 con el título “Memoria e informe sobre Víctor del L’Aveyron”. Para comprender el caso de Víctor utilizamos los conceptos emitidos por Immanuel Kant en su libro Pedagogía, publicado en 1803, es decir, dos años después del informe la memoria de Itard.

 

Para entender primero el asunto que nos compete en este trabajo es necesario comprender que “El hombre es la única criatura que ha de ser educada” (Kant, 1803, p. 29). Es decir, que hay una diferencia con otras especies, considerando que el ser humano es un espécimen de homo sapiens sapiens y tiene la capacidad de ser educado; no basta, se necesita que se implementen unas condiciones realizadas por los hombres educados.

 

Kant especifica más el asunto, partiendo de la diferenciación entre los animales y los hombres; “pero el hombre necesita una razón propia; no tiene ningún instinto, y ha de construirse él mismo el plan de su conducta” (Kant, 1803, p. 30). A diferencia de los animales que, por su instinto, tienen ya un “plan de conducta”, el cual, hemos de inferir y parece limitarse a las siguientes tres acciones: buscar su alimento, protegerse de los depredadores y reproducir la especie. Entonces, a diferencia de los animales, el hombre necesita construirse una “razón” y lo realiza a través del otro: “pero como no está en disposición de hacérselo inmediatamente, sino que viene inculto al mundo, se lo tienen que construir los demás”.

 

Por eso, menciona Kant “únicamente por la educación el hombre puede llegar a ser hombre. No es, sino lo que la educación le hace ser. Se ha observado que el hombre no es educado más que por hombres, que igualmente están educados” (Kant, 1803, págs. 31-32).

Ahora bien, para que este hombre educado, pueda construirle una “razón” al otro, que esta inculto y pueda llegar a “ser hombre”, se le implementan unas condiciones.  Kant concibe la educación como los “(…) cuidados (sustento, manutención), la disciplina y la instrucción (…)”  (1803, p. 30), que nosotros las establecemos y son las condiciones para ser tocados por la cultura o educación.

 

La primera condición es el cuidado, el autor lo reflexiona de la siguiente manera: son las “(…) precauciones de los padres para que los niños no hagan un uso perjudicial de sus fuerzas” (Kant, 1803, p. 29). Debido a que los niños no son conscientes de los riesgos y daños que se puedan causar. Mientras “(…) los animales sientes sus fuerzas, las emplean regularmente, de modo que no les sean perjudiciales (Kant, 1803, p. 29)”.  Es decir, los animales utilizan sus fuerzas en su propio favor, los niños pueden hacerse daño, asunto que no puede ser instintivo, natural. Hay algo ya en la cría de humano que necesita un cuidado especial.

 

En el estudio de Itard, se propone, en su tratamiento educativo, colocar al servicio del niño, una institutriz para que el niño no se hiciera daño, pero Víctor había sobrevivido en el bosque. De ello se infiere que, más bien, ha obrado en la otra lógica: “Si un animal, por ejemplo, gritara al nacer, como hacen los niños, sería infaliblemente presa de los lobos y otros animales salvajes, atraídos por sus gritos” (Kant, 1803, p. 29). O sea, que Víctor no usa sus fuerzas contra sí mismo y más bien tiende a que sus actos lo protejan. Bajo esta condición de ‘cuidado humano’, ejercido por la institutriz con la paciencia de una buena madre, Víctor puede contener su agresividad hacia los semejantes, pues de ella obtiene beneficios: protección y alimento… ¡justamente dos de los imperativos propios de los instintos!

 

Por otro lado, Víctor presenta unas condiciones en relación con una “existencia silvestre” a diferencia de una “vida entre hombres” en condiciones bajo los efectos de socialización, este niño había vivido  casi toda su vida en el bosque, eso lo sabemos porque no tenía   habla, a diferencia de otros hallazgos; por ejemplo: Uno, lo presenta el tutor en el informe. Se trataba de una muchacha que se había perdido en un bosque, pero tenía el habla, lo que le permitió después contar su experiencia en el bosque; además, tuvo un proceso de socialización porque estaba con una compañera que murió, pero nunca estuvo totalmente en aislamiento. Los otros dos, los encontramos en la Didáctica magna de Comenio: el primero fue un niño robado por animales fieros debido al descuido de sus padres, a la edad de tres años; por ende, tenía el habla, tuvo contacto con humanos, el segundo niño, tenía siete años había tenido socialización y podía hablar.

 

Se concluyó que los casos mencionados (los que traen Itard y Comenio), no coinciden con Víctor, ya que estos niños habían tenido, en algún momento de sus vidas, contacto con los seres humanos y, sobre todo, habían podido desarrollar el lenguaje; tanto así que, al poder socializar nuevamente con los hombres, pudieron recordar cómo habían llegado a esa situación de aislamiento humano y cómo habían podido sobrevivir. Se supone que Víctor tuvo contacto con humanos, claro está, pues es hijo de una pareja de seres humanos, pero no al punto de haber adquirido el lenguaje. Habría sido abandonado antes de alcanzar a hablar, algo casi inadmisible, pero por los resultados, hemos de inferirlo (de todas maneras, estamos trabajando sobre una hipótesis). En apariencia, son casos similares (“niños salvajes” hallados), pero en el fondo son muy distintos (hablar/no-hablar).

 

La segunda condición es la disciplina y es implementada debido que “(…) el hombre tiene por naturaleza tan grande inclinación a la libertad, que cuando se ha acostumbrado durante mucho tiempo a ella, se lo sacrifica todo.” (Kant, 1803, p. 30). Los seres humanos buscan satisfacer sus caprichos (pulsiones), pero cuando no se les pone límites, pueden causarse daño o hacérselo a otros, por ello, observamos humanos que se suicidan por no suprimir su pulsión o sujetos matando a otros, para robarles sus bienes y satisfacer su pulsión; sin medir las consecuencias de sus actos.  Es necesario que estos actos de coaccionar esas pulsiones se realicen en las primeras edades. Así lo ejemplifico Kant:

 

“(…) se envían al principio los niños a la escuela, no ya con la intención de que aprendan algo, sino con la de habituarles a permanecer y a observar puntualmente lo que se les ordena, para que más adelante no se dejen dominar por sus caprichos momentáneos” (Kant, 1803, p. 30).

 

El acto de la disciplina en la educación es considerado como una acción “(…) meramente negativa, esto es, la acción por la que se borra al hombre la animalidad (…)” (Kant,  1803, p. 30). Esta disciplina es negativa dentro de la educación porque les reduce la pulsión a los humanos.

 

La tercera condición es la instrucción es necesario aclarar que, en gran medida el humano obtiene la anterior condición, de lo contrario, no se podría pretender educar en relación con la instrucción; porque no se pueden generar condiciones de cambio de modalidad de la satisfacción. Es decir, esa pulsión es suplida en el ámbito académico, la pulsión es el deseo de comprender un asunto que nos moviliza, nos inquieta y nos satisface.

 

Ahora bien, cómo comprende Kant la instrucción en el humano cultivado “(…) la cultura comprende la instrucción y la enseñanza (…)”. De lo que se extrae, que si no se desarrolla el lenguaje tampoco se puede llegar a instruir; es lo que permite comprender la cultura, dicho de otra manera, el mundo creado por el humano. 

 

Cuando tiene ese contacto con la cultura puede tener:

 (…)  la habilidad, que es la posesión de una facultad por la cual se alcanzan todos los fines propuestos. Por tanto, no determina ningún fin, sino que deja a merced de las circunstancias” (Kant, 1803, p. 38).  Permite que los humanos desarrollen algunas habilidades cognitivas, por ello “(…)

 

Es la parte positiva de la educación” (Kant, 1803, p. 30) porque permite el incremento de la pulsión. Cuando se refiere a “una facultad por la cual se alcanzan todos los fines propuestos” depende como sea la pulsión de los humanos.

 

¿Qué posibilidad tendría Víctor para que pudiera acceder a esas condiciones de la disciplina y la instrucción?

 

Para dar esa respuesta, tendremos en cuenta las dos descripciones que le hicieron al niño y como la hemos ido analizando: “Echado al mundo sin fuerzas físicas y sin ideas innatas, impedido para obedecer por sí mismo a las propias leyes constitutivas de su organización (...) (Itard, 1801, p. 7). Con ello, se pensaría que Víctor puede acceder a la cultura por que “todos los seres humanos nacemos incultos”. Pero no es así, porque e niño presenta unas condiciones diferentes a los humanos tocados por la cultura. Víctor está en el intermedio de creatura porque refleja unas condiciones de animalidad, si hemos de considerar que un ser humano puede ser un espécimen de homo sapiens, que atiende a los objetos de sus necesidades, pero instintivas. Más no, a las necesidades de humano tocado por la cultura.

 

La primera descripción realizada es por el médico Philippe Pine, el cual se destacaba por tener un talento en la observación y una experticia en las enfermedades mentales, según Itard (1801, p.13) señalaba que los ojos, sin fijeza ni expresión, sin cesar divagan de un objeto a otro, sin detenerse jamás en uno de ellos, hallándose tan poco ejercitados, tan poco coordinados con el tacto, que en modo alguno sabían distinguir entre un objeto de bulto o una simple pintura; el oído tan insensible a los ruidos más fuertes como a la más emotiva de las melodías; el órgano de la voz, en el estado de mudez más absoluto, no emitía sino un sonido uniforme y gutural; el del olfato parecía igualmente indiferente a la exhalación de los perfumes como al hedor de las basuras de que estaba impregnado su cubil; el tacto, en fin, se limitaba a la función, mecánica y no perceptiva, de la pura prensión de los objetos (…) (Itard, 1801, pp. 13-14).

 

Esta descripción del médico presupone unos órganos de los sentidos “naturales”, pero los objetos a los que aplicarían son, en un caso “naturales” y, en otro, culturales: un objeto de bulto vs. Una “simple pintura”; ruidos fuertes vs. “la más emotiva de las melodías”; perfumes vs. “el hedor de las basuras”. Pero Pinel en realidad no está haciendo una escala: los humanos hacen esas diferencias porque están en sociedad. ¡Igualmente, para los animales son indiferentes esos objetos culturales de la comparación! Víctor no dispone de la interpretación necesaria para hacer esa discriminación: la pintura es un objeto al que hay que habitar con muestro conocimiento del arte pictórico, que es exclusivamente de seres hablantes que viven en sociedad, por lo demás, es una tela manchada; las melodías son solamente un ruido si no les aplicamos nuestra percepción social del arte musical; el perfume es un hedor más (de hecho, despista a los animales de buen olfato) si no lo aprecia un ser humano que vive en una sociedad que clasifica los olores de cierta manera.

 

El médico no estaba apreciando el funcionamiento de los sentidos de Víctor; sino que, toma a un humano que vive en sociedad (creyendo que es un humano estándar) y lo compara con un humano que no ha vivido en sociedad, que no ha transformado sus sentidos con arreglo a las clasificaciones lingüísticas. Dice Marx (1844, p.150):

(…) todos estos sentidos y cualidades se han hecho humanos, tanto en sentido objetivo como subjetivo. El ojo se ha hecho un ojo humano, así como su objeto se ha hecho un objeto social, humano, creado por el hombre para el hombre. Los sentidos se han hecho así inmediatamente teóricos en su práctica. Se relacionan con la cosa por amor de la cosa, pero la cosa misma es una relación humana objetiva para sí y para el hombre y viceversa. Necesidad y goce han perdido con ello su naturaleza egoísta y la naturaleza ha perdido su pura utilidad, al convertirse la utilidad en utilidad humana.

 

Cuando Marx dice “El ojo ha devenido ojo humano”, se entiende que “el ojo” es natural, mientras que el “ojo-humano” es social. Así mismo, habla de “objeto” y de “objeto social”. Estas diferencias no las tuvo en cuenta el diagnóstico de Pinel. Los órganos de los sentidos de Víctor no estaban inhibidos, como dice el médico; operaban normalmente, pero no con la “normalidad” de seres humanos que se han asociado, que hablan, que tienen instrumentos, que crean arte: “ha perdido su pura utilidad, al convertirse la utilidad en utilidad humana”, agrega Marx en la cita. Los sentidos “estimulados” que faltaban eran los sociales, no los fisiológicos. Una mirada con fijeza, que no divaga de un objeto a otro, es una mirada educada, sometida a la disciplina; una mirada “con expresión” es la de alguien que vive en sociedad. Los animales miran el mundo para ajustarlo, con ayuda de los resultados de la aplicación del resto de los órganos de los sentidos, a los objetos sobre los cuales se aplica la posibilidad de satisfacer la necesidad de alimentarse, de reproducirse, de proteger o de protegerse.

 

“(…) mostró a su paciente incapaz de atención, salvo en lo que atañía a los objetos de sus necesidades”, es obvio, si hemos de considerar que un ser humano puede ser un espécimen de homo sapiens, que atiende a los objetos de sus necesidades; pero que también puede ser un sujeto, para el cual las necesidades han quedado subordinadas al lenguaje, a la vida social, con los cuales ahora puede hacer demandas al otro para satisfacer algo que va más allá de las necesidades.

 

(...) cuál sería el grado de inteligencia y cuál la naturaleza de las ideas de una adolescente que, excluido desde su infancia de toda educación, hubiese vivido totalmente aislado respecto de los otros individuos de su especie; o yo no sé lo que me digo, o la única solución de este problema es la de no conceder a este individuo más que una inteligencia circunscrita al reducido acervo de sus necesidades y despojado de todas las ideas simples y complejas que recibimos por la educación y que sólo por obra y gracia del lenguaje podemos combinar de mil maneras en nuestro entendimiento (Itard, 1801, p. 15).

 

Itard comprende que el niño es diferente a otros niños, debido a que no había sido tocado por la cultura, la educación y el lenguaje (según lo que hemos dicho, estas tres expresiones son concomitantes). En consecuencia, ¿qué grado de inteligencia puede tener Víctor? Pues la que obedece a las demandas que le hizo su realidad, o sea que su capacidad respondía a sus necesidades naturales. De esta idea de Itard, podemos deducir que la vida cultural multiplica las necesidades o, si se quiere, introduce un sentido que crea nuevas necesidades. En el caso de los hombres en sociedad, las capacidades también dependen en gran medida de las exigencias, pero ya no naturales, que tienen el límite ya indicado aquí, sino de las exigencias culturales, sociales. Como Víctor no ha sido exigido por desafíos sociales, no puede haber respondido en consecuencia, es decir —en palabras de Itard— por “todas las ideas simples y complejas que recibimos por la educación”; y agrega algo fundamental que hemos estado interpelando como necesario: el lenguaje. No está en Kant explícitamente, pero lo hemos considerado como el eslabón entre el animal y el hombre: el animal tiene instintos: “Un animal lo es ya todo por su instinto; una razón extraña le ha provisto de todo” (Kant, 1803, págs.29-30); mientras que el hombre no: “(…) el hombre necesita una razón propia; no tiene ningún instinto (…)” (Kant, 1803, p.30). Pues bien, según la cita anterior de Itard, sólo por obra y gracia del lenguaje el hombre puede combinar las ideas de mil maneras en el entendimiento. Y si las ideas —simples o complejas— van más allá de las exigencias naturales, Víctor no podía haberlas desarrollado.

 

Es decir, el lenguaje es enseñado por los semejantes (no es instintivo, no es natural), reproducido y reconstruido a través de la cultura; así sólo el lenguaje permite comprender la realidad construida por el hombre. Entonces, Víctor estaría virgen para el mundo establecido por los humanos, aunque sean de la misma especie y potencialmente hubiera tenido las mismas habilidades.

 

La otra descripción, realizada por Itard, cuando se refiere a los siguientes comportamientos por no tener un contacto social:

          …aborrecía las casas,

          …no producía ningún sonido con su voz,

          …no le gustaba la ropa,

          …al colocarle los zapatos el caminado era un trote y galopeaba,

          …detestaba los muebles, tanto así que no le gustaba dormir en la cama,

          …no le gustaba los alimentos preparados,

          …no le gustaba el contacto con los seres humanos,

          …tenía una pasión por los campos,

          …le gustaba olfatear todo lo que se le presentaba,

          …al momento de comer, su masticada es rápida y con mordisqueo que podía semejarse a los roedores,

          …le gustaba mucho los vegetales, patatas y castañas. Llegó a comerse un ave desplumándola, desgarrando sus carnes con las uñas, olfateaba y rechazaba algunas partes (Cf. Itard, 1801, págs.15-16).

 

Estos detalles muestran la condición animal del niño. De un lado, su relación puramente instintiva con las cosas: la pasión por el campo, que es donde se despliega su naturaleza; el hecho de olfatear todo, acción que le informa sobre las cualidades de las cosas, de acuerdo con su instinto; el gusto por los alimentos naturales (vegetales, patatas, castañas), que es lo que instintivamente puede percibir; y, en consecuencia, el rechazo a los alimentos preparados (cuyas propiedades no puede establecer tan claramente); haber desgarrado un ave para comérsela; su masticación “de roedor”; el trote. Y, de otro lado, el rechazo a lo no natural, o sea, a las cosas de la cultura: a las casas, a la ropa, a los muebles (a la cama, por ejemplo), pues son asuntos que Víctor “no comprende”, dado que ya soluciona sus necesidades a su manera, instintiva y rechazaba a los seres humanos, pues van hacia él en una actitud amenazadora porque, cuando lo atraparon, lo cazaron, lo amarraron, lo encerraron.

 

Ahora bien, esas condiciones naturales no son fáciles ni dejan indemne el cuerpo: el niño presentaba 23 cicatrices distribuidas así: 4 sobre el rostro, 6 en el brazo izquierdo, 3 cerca al hombro derecho, 4 cerca del pubis, 1 en la nalga izquierda, 3 en una pierna y en la otra, 2. Además, Itard menciona que tenía mordiscos de animales que le habían dejado cicatrices, profundas y superficiales (Cf. Itard, 1801, p.16).

 

Esto evidencia que su aislamiento revela claramente la falta de acompañamiento de sus semejantes; por eso, el repudio y la extrañeza que el niño tenía hacia el mundo de los humanos era normal, pues él había vivido bajo las condiciones de un animal. Por supuesto, a la sociedad de entonces le parecieron “anormales” sus comportamientos y actitudes, pues su mirada estaba bajo la condición de la disciplina y la instrucción, o sea, de la cultura.

 

Frente a las cicatrices detectadas, éstas expresan la huella del tiempo: la estancia en el bosque de la Caune no había sido corta. Así fueran superficiales, las cicatrices dan cuenta de mucho tiempo a la intemperie; y las profundas con mayor razón.

 

Con las descripciones realizadas por el Médico Pinel y las de Itard, se puede afirmar que el niño no tiene la posibilidad de acceder a las condiciones de la disciplina y la instrucción. Debido a que está en relación con la animalidad y no bajo un niño social, a partir de los efectos de la socialización. Aunque el tutor le introduce un tratamiento conformado de cinco puntos, donde el primero estaba en relación con el cuidado que mencionó Kant, al que no podía acceder, como se argumentó en su momento, (sobrevivió en el bosque); el segundo, pretendía “sensibilizar sus sentidos”, sus órganos están bien, como lo señalara la cita “El ojo ha devenido ojo humano”: se entiende que “el ojo” es natural, mientras que el “ojo-humano” es social” (Marx 1844, p.150)”; Itard no lo toma de esa manera, porque juzga que les falta sensibilidad a los sentidos y hace unos procesos de estimulación, pero en lo biológico y no en lo social.

 

Y el tercer, cuarto y quinto está por realizarse el análisis… 

 

Bibliografía

Itard, J. (1801). Memoria e informe sobre Victor de I´Aveyron. Madrid: Alianza.

Kant, I. (1803). Pedagogía. España: Akal S.A.

Marx, Karl. (1844). Manuscritos económicos y filosóficos de 1844.  En https://pensaryhacer.files.wordpress.com/2008/06/manuscritos-filosoficos-y-economicos-1844karl-marx.pdf



[1] Estudiante de la Maestría en Educación. Presentación de su avance de investigación. Septiembre 2021.

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