Avances de investigación
La idea de “niño salvaje” y la educación
Yenni Marcela
Patarroyo[1]
El trabajo
de grado se centra en estudiar un “niño salvaje” que fue encontrado en el
bosque de la Caune en Francia, en el año 1799, al cual llamaron Víctor. Fue
clasificado por las personas de la época como “niño salvaje” por no tener las
características y rasgos similares a sus semejantes.
Para entender
primero el asunto que nos compete en este trabajo es necesario comprender que
“El hombre es la única criatura que ha de ser educada” (Kant, 1803, p. 29). Es
decir, que hay una diferencia con otras especies, considerando que el ser
humano es un espécimen de homo sapiens sapiens y tiene la capacidad de ser
educado; no basta, se necesita que se implementen unas condiciones realizadas
por los hombres educados.
Kant
especifica más el asunto, partiendo de la diferenciación entre los animales y
los hombres; “pero el hombre necesita una razón propia; no tiene ningún
instinto, y ha de construirse él mismo el plan de su conducta” (Kant, 1803, p.
30). A diferencia de los animales que, por su instinto, tienen ya un “plan de
conducta”, el cual, hemos de inferir y parece limitarse a las siguientes tres
acciones: buscar su alimento, protegerse de los depredadores y reproducir la
especie. Entonces, a diferencia de los animales, el hombre necesita construirse
una “razón” y lo realiza a través del otro: “pero como no está en disposición
de hacérselo inmediatamente, sino que viene inculto al mundo, se lo tienen que
construir los demás”.
Por eso,
menciona Kant “únicamente por la educación el hombre puede llegar a ser hombre.
No es, sino lo que la educación le hace ser. Se ha observado que el hombre no
es educado más que por hombres, que igualmente están educados” (Kant, 1803,
págs. 31-32).
Ahora bien,
para que este hombre educado, pueda construirle una “razón” al otro, que esta
inculto y pueda llegar a “ser hombre”, se le implementan unas condiciones. Kant concibe la educación como los “(…)
cuidados (sustento, manutención), la disciplina y la instrucción (…)” (1803, p. 30), que nosotros las establecemos
y son las condiciones para ser tocados por la cultura o educación.
La primera
condición es el cuidado, el autor lo reflexiona de la siguiente
manera: son las “(…) precauciones de los padres para que los niños no hagan un
uso perjudicial de sus fuerzas” (Kant, 1803, p. 29). Debido a que los niños no
son conscientes de los riesgos y daños que se puedan causar. Mientras “(…) los
animales sientes sus fuerzas, las emplean regularmente, de modo que no les sean
perjudiciales (Kant, 1803, p. 29)”. Es
decir, los animales utilizan sus fuerzas en su propio favor, los niños pueden
hacerse daño, asunto que no puede ser instintivo, natural. Hay algo ya en la
cría de humano que necesita un cuidado especial.
En el estudio
de Itard, se propone, en su tratamiento educativo, colocar al servicio del niño,
una institutriz para que el niño no se hiciera daño, pero Víctor había
sobrevivido en el bosque. De ello se infiere que, más bien, ha obrado en la
otra lógica: “Si un animal, por ejemplo, gritara al nacer, como hacen los
niños, sería infaliblemente presa de los lobos y otros animales salvajes,
atraídos por sus gritos” (Kant, 1803, p. 29). O sea, que Víctor no usa sus
fuerzas contra sí mismo y más bien tiende a que sus actos lo protejan. Bajo
esta condición de ‘cuidado humano’, ejercido por la institutriz con la
paciencia de una buena madre, Víctor puede contener su agresividad hacia los
semejantes, pues de ella obtiene beneficios: protección y alimento… ¡justamente
dos de los imperativos propios de los instintos!
Por otro
lado, Víctor presenta unas condiciones en relación con una “existencia
silvestre” a diferencia de una “vida entre hombres” en condiciones bajo los
efectos de socialización, este niño había vivido casi toda su vida en el bosque, eso lo
sabemos porque no tenía habla, a
diferencia de otros hallazgos; por ejemplo: Uno, lo presenta el tutor en el
informe. Se trataba de una muchacha que se había perdido en un bosque, pero
tenía el habla, lo que le permitió después contar su experiencia en el bosque;
además, tuvo un proceso de socialización porque estaba con una compañera que
murió, pero nunca estuvo totalmente en aislamiento. Los otros dos, los
encontramos en la Didáctica magna de Comenio: el primero fue un niño robado por
animales fieros debido al descuido de sus padres, a la edad de tres años; por ende,
tenía el habla, tuvo contacto con humanos, el segundo niño, tenía siete años
había tenido socialización y podía hablar.
Se concluyó
que los casos mencionados (los que traen Itard y Comenio), no coinciden con
Víctor, ya que estos niños habían tenido, en algún momento de sus vidas,
contacto con los seres humanos y, sobre todo, habían podido desarrollar el
lenguaje; tanto así que, al poder socializar nuevamente con los hombres, pudieron
recordar cómo habían llegado a esa situación de aislamiento humano y cómo
habían podido sobrevivir. Se supone que Víctor tuvo contacto con humanos, claro
está, pues es hijo de una pareja de seres humanos, pero no al punto de haber
adquirido el lenguaje. Habría sido abandonado antes de alcanzar a hablar, algo
casi inadmisible, pero por los resultados, hemos de inferirlo (de todas
maneras, estamos trabajando sobre una hipótesis). En apariencia, son casos
similares (“niños salvajes” hallados), pero en el fondo son muy distintos
(hablar/no-hablar).
La segunda
condición es la disciplina y es implementada debido que “(…) el hombre tiene
por naturaleza tan grande inclinación a la libertad, que cuando se ha
acostumbrado durante mucho tiempo a ella, se lo sacrifica todo.” (Kant, 1803,
p. 30). Los seres humanos buscan satisfacer sus caprichos (pulsiones), pero
cuando no se les pone límites, pueden causarse daño o hacérselo a otros, por
ello, observamos humanos que se suicidan por no suprimir su pulsión o sujetos
matando a otros, para robarles sus bienes y satisfacer su pulsión; sin medir
las consecuencias de sus actos. Es
necesario que estos actos de coaccionar esas pulsiones se realicen en las
primeras edades. Así lo ejemplifico Kant:
“(…)
se envían al principio los niños a la escuela, no ya con la intención de que
aprendan algo, sino con la de habituarles a permanecer y a observar
puntualmente lo que se les ordena, para que más adelante no se dejen dominar
por sus caprichos momentáneos” (Kant, 1803, p. 30).
El acto de la
disciplina en la educación es considerado como una acción “(…) meramente
negativa, esto es, la acción por la que se borra al hombre la animalidad (…)” (Kant, 1803, p. 30). Esta
disciplina es negativa dentro de la educación porque les reduce la pulsión a
los humanos.
La tercera
condición es la instrucción es necesario aclarar que, en gran medida el
humano obtiene la anterior condición, de lo contrario, no se podría pretender
educar en relación con la instrucción; porque no se pueden generar condiciones
de cambio de modalidad de la satisfacción. Es decir, esa pulsión es suplida en
el ámbito académico, la pulsión es el deseo de comprender un asunto que nos
moviliza, nos inquieta y nos satisface.
Ahora bien, cómo
comprende Kant la instrucción en el humano cultivado “(…) la cultura comprende
la instrucción y la enseñanza (…)”. De lo que se extrae, que si no se
desarrolla el lenguaje tampoco se puede llegar a instruir; es lo que permite
comprender la cultura, dicho de otra manera, el mundo creado por el
humano.
Cuando tiene
ese contacto con la cultura puede tener:
(…) la
habilidad, que es la posesión de una facultad por la cual se alcanzan todos los
fines propuestos. Por tanto, no determina ningún fin, sino que deja a merced de
las circunstancias” (Kant, 1803, p. 38).
Permite que los humanos desarrollen algunas habilidades cognitivas, por
ello “(…)
Es la parte
positiva de la educación” (Kant, 1803, p. 30) porque permite el incremento de
la pulsión. Cuando se refiere a “una facultad por la cual se alcanzan todos los
fines propuestos” depende como sea la pulsión de los humanos.
¿Qué
posibilidad tendría Víctor para que pudiera acceder a esas condiciones de la
disciplina y la instrucción?
Para dar esa
respuesta, tendremos en cuenta las dos descripciones que le hicieron al niño y
como la hemos ido analizando: “Echado al mundo sin fuerzas físicas y sin ideas
innatas, impedido para obedecer por sí mismo a las propias leyes constitutivas
de su organización (...) (Itard, 1801, p. 7). Con ello, se pensaría que Víctor
puede acceder a la cultura por que “todos los seres humanos nacemos incultos”.
Pero no es así, porque e niño presenta unas condiciones diferentes a los
humanos tocados por la cultura. Víctor está en el intermedio de creatura porque
refleja unas condiciones de animalidad, si hemos de considerar que un ser humano
puede ser un espécimen de homo sapiens, que atiende a los objetos de sus necesidades,
pero instintivas. Más no, a las necesidades de humano tocado por la cultura.
La primera
descripción realizada es por el médico Philippe Pine, el cual se destacaba por
tener un talento en la observación y una experticia en las enfermedades
mentales, según Itard (1801, p.13) señalaba que los ojos, sin fijeza ni
expresión, sin cesar divagan de un objeto a otro, sin detenerse jamás en uno de
ellos, hallándose tan poco ejercitados, tan poco coordinados con el tacto, que
en modo alguno sabían distinguir entre un objeto de bulto o una simple pintura;
el oído tan insensible a los ruidos más fuertes como a la más emotiva de las
melodías; el órgano de la voz, en el estado de mudez más absoluto, no emitía
sino un sonido uniforme y gutural; el del olfato parecía igualmente indiferente
a la exhalación de los perfumes como al hedor de las basuras de que estaba
impregnado su cubil; el tacto, en fin, se limitaba a la función, mecánica y no
perceptiva, de la pura prensión de los objetos (…) (Itard, 1801, pp. 13-14).
Esta
descripción del médico presupone unos órganos de los sentidos “naturales”, pero
los objetos a los que aplicarían son, en un caso “naturales” y, en otro, culturales:
un objeto de bulto vs. Una “simple pintura”; ruidos fuertes vs. “la más emotiva
de las melodías”; perfumes vs. “el hedor de las basuras”. Pero Pinel en
realidad no está haciendo una escala: los humanos hacen esas diferencias porque
están en sociedad. ¡Igualmente, para los animales son indiferentes esos objetos
culturales de la comparación! Víctor no dispone de la interpretación necesaria
para hacer esa discriminación: la pintura es un objeto al que hay que habitar
con muestro conocimiento del arte pictórico, que es exclusivamente de seres
hablantes que viven en sociedad, por lo demás, es una tela manchada; las
melodías son solamente un ruido si no les aplicamos nuestra percepción social
del arte musical; el perfume es un hedor más (de hecho, despista a los animales
de buen olfato) si no lo aprecia un ser humano que vive en una sociedad que
clasifica los olores de cierta manera.
El médico no
estaba apreciando el funcionamiento de los sentidos de Víctor; sino que, toma a
un humano que vive en sociedad (creyendo que es un humano estándar) y lo
compara con un humano que no ha vivido en sociedad, que no ha transformado sus
sentidos con arreglo a las clasificaciones lingüísticas. Dice Marx (1844,
p.150):
(…)
todos estos sentidos y cualidades se han hecho humanos, tanto en sentido
objetivo como subjetivo. El ojo se ha hecho un ojo humano, así como su objeto
se ha hecho un objeto social, humano, creado por el hombre para el hombre. Los
sentidos se han hecho así inmediatamente teóricos en su práctica. Se relacionan
con la cosa por amor de la cosa, pero la cosa misma es una relación humana
objetiva para sí y para el hombre y viceversa. Necesidad y goce han perdido con
ello su naturaleza egoísta y la naturaleza ha perdido su pura utilidad, al
convertirse la utilidad en utilidad humana.
Cuando Marx
dice “El ojo ha devenido ojo humano”, se entiende que “el ojo” es natural,
mientras que el “ojo-humano” es social. Así mismo, habla de “objeto” y de
“objeto social”. Estas diferencias no las tuvo en cuenta el diagnóstico de
Pinel. Los órganos de los sentidos de Víctor no estaban inhibidos, como dice el
médico; operaban normalmente, pero no con la “normalidad” de seres humanos que
se han asociado, que hablan, que tienen instrumentos, que crean arte: “ha
perdido su pura utilidad, al convertirse la utilidad en utilidad humana”,
agrega Marx en la cita. Los sentidos “estimulados” que faltaban eran los
sociales, no los fisiológicos. Una mirada con fijeza, que no divaga de un
objeto a otro, es una mirada educada, sometida a la disciplina; una mirada “con
expresión” es la de alguien que vive en sociedad. Los animales miran el mundo
para ajustarlo, con ayuda de los resultados de la aplicación del resto de los
órganos de los sentidos, a los objetos sobre los cuales se aplica la
posibilidad de satisfacer la necesidad de alimentarse, de reproducirse, de
proteger o de protegerse.
“(…) mostró a
su paciente incapaz de atención, salvo en lo que atañía a los objetos de sus
necesidades”, es obvio, si hemos de considerar que un ser humano puede ser un
espécimen de homo sapiens, que atiende a los objetos de sus necesidades; pero
que también puede ser un sujeto, para el cual las necesidades han quedado
subordinadas al lenguaje, a la vida social, con los cuales ahora puede hacer
demandas al otro para satisfacer algo que va más allá de las necesidades.
(...)
cuál sería el grado de inteligencia y cuál la naturaleza de las ideas de una
adolescente que, excluido desde su infancia de toda educación, hubiese vivido
totalmente aislado respecto de los otros individuos de su especie; o yo no sé
lo que me digo, o la única solución de este problema es la de no conceder a
este individuo más que una inteligencia circunscrita al reducido acervo de sus
necesidades y despojado de todas las ideas simples y complejas que recibimos por
la educación y que sólo por obra y gracia del lenguaje podemos combinar de mil
maneras en nuestro entendimiento (Itard, 1801, p. 15).
Itard
comprende que el niño es diferente a otros niños, debido a que no había sido
tocado por la cultura, la educación y el lenguaje (según lo que hemos dicho,
estas tres expresiones son concomitantes). En consecuencia, ¿qué grado de
inteligencia puede tener Víctor? Pues la que obedece a las demandas que le hizo
su realidad, o sea que su capacidad respondía a sus necesidades naturales. De
esta idea de Itard, podemos deducir que la vida cultural multiplica las
necesidades o, si se quiere, introduce un sentido que crea nuevas necesidades.
En el caso de los hombres en sociedad, las capacidades también dependen en gran
medida de las exigencias, pero ya no naturales, que tienen el límite ya
indicado aquí, sino de las exigencias culturales, sociales. Como Víctor no ha
sido exigido por desafíos sociales, no puede haber respondido en consecuencia,
es decir —en palabras de Itard— por “todas las ideas simples y complejas que
recibimos por la educación”; y agrega algo fundamental que hemos estado interpelando
como necesario: el lenguaje. No está en Kant explícitamente, pero lo hemos
considerado como el eslabón entre el animal y el hombre: el animal tiene
instintos: “Un animal lo es ya todo por su instinto; una razón extraña le ha
provisto de todo” (Kant, 1803, págs.29-30); mientras que el hombre no: “(…) el
hombre necesita una razón propia; no tiene ningún instinto (…)” (Kant, 1803,
p.30). Pues bien, según la cita anterior de Itard, sólo por obra y gracia del
lenguaje el hombre puede combinar las ideas de mil maneras en el entendimiento.
Y si las ideas —simples o complejas— van más allá de las exigencias naturales,
Víctor no podía haberlas desarrollado.
Es decir, el
lenguaje es enseñado por los semejantes (no es instintivo, no es natural),
reproducido y reconstruido a través de la cultura; así sólo el lenguaje permite
comprender la realidad construida por el hombre. Entonces, Víctor estaría
virgen para el mundo establecido por los humanos, aunque sean de la misma
especie y potencialmente hubiera tenido las mismas habilidades.
La otra
descripción, realizada por Itard, cuando se refiere a los siguientes
comportamientos por no tener un contacto social:
• …aborrecía las casas,
• …no producía ningún sonido con su voz,
• …no le gustaba la ropa,
• …al colocarle los zapatos el caminado
era un trote y galopeaba,
• …detestaba los muebles, tanto así que
no le gustaba dormir en la cama,
• …no le gustaba los alimentos
preparados,
• …no le gustaba el contacto con los
seres humanos,
• …tenía una pasión por los campos,
• …le gustaba olfatear todo lo que se le
presentaba,
• …al momento de comer, su masticada es
rápida y con mordisqueo que podía semejarse a los roedores,
• …le gustaba mucho los vegetales,
patatas y castañas. Llegó a comerse un ave desplumándola, desgarrando sus
carnes con las uñas, olfateaba y rechazaba algunas partes (Cf. Itard, 1801,
págs.15-16).
Estos
detalles muestran la condición animal del niño. De un lado, su relación puramente
instintiva con las cosas: la pasión por el campo, que es donde se despliega su
naturaleza; el hecho de olfatear todo, acción que le informa sobre las
cualidades de las cosas, de acuerdo con su instinto; el gusto por los alimentos
naturales (vegetales, patatas, castañas), que es lo que instintivamente puede
percibir; y, en consecuencia, el rechazo a los alimentos preparados (cuyas
propiedades no puede establecer tan claramente); haber desgarrado un ave para
comérsela; su masticación “de roedor”; el trote. Y, de otro lado, el rechazo a
lo no natural, o sea, a las cosas de la cultura: a las casas, a la ropa, a los
muebles (a la cama, por ejemplo), pues son asuntos que Víctor “no comprende”,
dado que ya soluciona sus necesidades a su manera, instintiva y rechazaba a los
seres humanos, pues van hacia él en una actitud amenazadora porque, cuando lo
atraparon, lo cazaron, lo amarraron, lo encerraron.
Ahora bien,
esas condiciones naturales no son fáciles ni dejan indemne el cuerpo: el niño
presentaba 23 cicatrices distribuidas así: 4 sobre el rostro, 6 en el brazo
izquierdo, 3 cerca al hombro derecho, 4 cerca del pubis, 1 en la nalga
izquierda, 3 en una pierna y en la otra, 2. Además, Itard menciona que tenía
mordiscos de animales que le habían dejado cicatrices, profundas y
superficiales (Cf. Itard, 1801, p.16).
Esto
evidencia que su aislamiento revela claramente la falta de acompañamiento de sus
semejantes; por eso, el repudio y la extrañeza que el niño tenía hacia el mundo
de los humanos era normal, pues él había vivido bajo las condiciones de un
animal. Por supuesto, a la sociedad de entonces le parecieron “anormales” sus
comportamientos y actitudes, pues su mirada estaba bajo la condición de la
disciplina y la instrucción, o sea, de la cultura.
Frente a las
cicatrices detectadas, éstas expresan la huella del tiempo: la estancia en el
bosque de la Caune no había sido corta. Así fueran superficiales, las
cicatrices dan cuenta de mucho tiempo a la intemperie; y las profundas con
mayor razón.
Con las descripciones
realizadas por el Médico Pinel y las de Itard, se puede afirmar que el niño no
tiene la posibilidad de acceder a las condiciones de la disciplina y la
instrucción. Debido a que está en relación con la animalidad y no bajo un niño
social, a partir de los efectos de la socialización. Aunque el tutor le
introduce un tratamiento conformado de cinco puntos, donde el primero estaba en
relación con el cuidado que mencionó Kant, al que no podía acceder, como se
argumentó en su momento, (sobrevivió en el bosque); el segundo, pretendía
“sensibilizar sus sentidos”, sus órganos están bien, como lo señalara la cita “El
ojo ha devenido ojo humano”: se entiende que “el ojo” es natural, mientras que
el “ojo-humano” es social” (Marx 1844, p.150)”; Itard no lo toma de esa manera,
porque juzga que les falta sensibilidad a los sentidos y hace unos procesos de estimulación,
pero en lo biológico y no en lo social.
Y el tercer,
cuarto y quinto está por realizarse el análisis…
Bibliografía
Itard, J. (1801). Memoria e informe sobre
Victor de I´Aveyron. Madrid: Alianza.
Kant, I. (1803). Pedagogía. España: Akal S.A.
Marx, Karl. (1844). Manuscritos económicos y filosóficos
de 1844. En https://pensaryhacer.files.wordpress.com/2008/06/manuscritos-filosoficos-y-economicos-1844karl-marx.pdf
[1] Estudiante de la
Maestría en Educación. Presentación de su avance de investigación. Septiembre
2021.
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