Reseña
“Primera Carta” de Paulo
Freire
Silvia Rocío Guerrero
Suárez[1]
La presente reseña da cuenta de la “Primera carta”
del libro Cartas a quien pretende enseñar
del pedagogo brasileño, Paulo Freire (1993). El texto es un acercamiento
crítico, lúcido y anecdótico; en el cual, el autor teje una trama de relaciones
fundamentales: entre el enseñar y el aprender, el estudio y la lectura, la
relación entre la lectura del mundo y la lectura de la palabra; y la lectura y
la escritura. No obstante, como lo advierte el título del libro, estas
reflexiones están dirigidas precisamente hacia los maestros o hacia quienes
pretenden hacer de la enseñanza su oficio; por tanto, es, a partir del maestro,
como sujeto receptor, que se construyen y explican las relaciones mencionadas.
En primer lugar, Freire destaca la importancia de
reflexionar sobre el significado de enseñar y en este sentido, necesariamente,
también de lo que significa aprender, porque, para él, enseñar y aprender son
dos actos indisolubles. Esta es la primera idea que transmite en su primera
carta, idea que está sustentada no solo porque, naturalmente, la existencia de
quien enseña reclama la de un aprendiz; sino también, debido a que la enseñanza
implica adicionalmente otros aprendizajes. Por ejemplo, desde la enseñanza,
como experiencia práctica, se aprende y reaprende constantemente a enseñar.
Además, para poder enseñar se requiere, previa y de manera continua, un
aprendizaje.
Enseñar no nace de la nada, puesto que el maestro
debe ser competente, no se aprende a enseñar sin el aprendizaje previo de lo
que se quiere enseñar y de las competencias propias de la labor. Esto no
implica rechazar el aprendizaje que atañe a la experiencia, sino que, per
se, la labor del maestro requiere como mínimo de una capacitación previa.
En este sentido, el autor afirma que el estudio, la capacitación permanente que
los maestros se deben a sí mismos y a su labor, es una actividad donde la
lectura es imprescindible, y aquí está su segunda relación “el acto de estudiar
siempre implica el de leer” (Freire, 1993, p. 30). Cuando se intenta comprender
al mundo, estudiarlo, se hace a través de la experiencia de lectura tanto de la
palabra como del mundo.
Como la lectura es una actividad necesaria para la
comprensión y el estudio que compete al maestro en su aprendizaje, también le
compete en la enseñanza. El maestro que se ha formado críticamente como lector
y aprendiz también formará en la lectura crítica del mundo y de la palabra.
Aquí, la tercera relación que hace Freire: leer el mundo y leer la palabra,
porque la comprensión requiere tanto del texto como del contexto, de lo
concreto y de lo abstracto.
Pero ¿a qué se refiere el autor con leer? Esta
pregunta es válida siempre que se entienda que la palabra “leer” está llena de
múltiples sentidos interpretativos. No obstante, el autor no la deja al azar o
a la multiplicidad de caminos, y aclara que la lectura es un acto serio,
exigente, difícil, creativo; pero, sobre todo, gratificante, que gira en torno
a la comprensión. Leer es un desafío por el alcance cada vez mayor del entendimiento
de la palabra y del mundo, porque la lectura se hace cada vez más profunda a
medida que la comprensión y la palabra se pueden asociar con lo cotidiano.
En este sentido y continuando con las ideas de
Freire, rechaza todo sentido simplista de la lectura y cualquier exceso de
manierismos de la escritura que la lleve a la incomprensión. Leer es un acto complejo que no debe ser
excluido solo por su dificultad; además, puede ser instrumentalizado por una
gran cantidad de elementos que permitan develar los sentidos cada vez más
profundos de los textos. Por ejemplo, los diferentes diccionarios como
herramientas facilitadoras, o la lectura comparativa como labor para la
interpretación de las relaciones intertextuales de los escritos. Sin embargo,
no se debe olvidar que cada texto tiene un nivel de dificultad equiparable a
las capacidades y experiencias del lector, un nivel que puede ser mejorado,
pues precisamente el acto mismo de leer es darse esa posibilidad cada vez mayor
de conocer.
Finalmente, a la par que habla de la lectura, el
autor establece otra relación indisoluble, otra urdimbre en este telar de
ideas, esta es la escritura. Leer y escribir son procesos inseparables, primero
porque cuando se está leyendo, se accede a un material que previamente ha pasado
por la lógica y el acto de la escritura; segundo, porque el estudio, la
preparación y la formación requieren de estos actos en conjunto. Desde niños,
la lectura y la escritura parecen tomar caminos separados, no obstante, tanto
la lectura como la escritura son necesidades cada vez mayores entre
profesionales y maestros. Actividades que pueden enseñarse de manera cada vez
más placentera, para que en el futuro sean actos naturales y no cargas de
trabajo, actos propios de los estudiosos, de los lectores, de los aprendices,
de los maestros.
En síntesis, como un buen tejedor de palabras y
sentidos, Freire establece en su “Primera Carta” una base fundamental para
maestros, a partir de la comprensión crítica de la enseñanza. Los hilos que
tejen sus ideas ubican a la enseñanza en un vínculo con el aprendizaje: quien
enseña aprende. Pero aprender es un acto disciplinado de estudio que no puede
separarse de la lectura: aprender es en parte leer, leer el mundo y leer la
palabra, leer el contexto y el texto. Por lo que, enseñar es también leer, leer
la experiencia, leer el mundo, leer al aprendiz, leer los textos que nos
acercan al mundo y al aprendiz. En este unir e hilar de comprensiones, la
lectura, el estudio, la enseñanza y el aprendizaje, tampoco pueden separarse de
la escritura. Leer y escribir para comprender el mundo, para estudiarlo, para
enseñarlo, todo como alude Freire, ojalá siempre desde el placer y el goce, en
la búsqueda de una mejor educación, de una mejor enseñanza.
Referencias
Freire, P. (1993). Cartas a quien pretende enseñar. Siglo
XXI Editores: México.
http://www.colegiodeprofesores.cl/wp-content/uploads/2017/06/Paulo-Freire.pdf
[1] Estudiante de la
especialización en Pedagogía. Texto producto del seminario de problematización
de la práctica trabajado con el profesor Bernardo Galindo.
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