domingo, 18 de diciembre de 2022

Reseña 18

 

Reseña

Educación y Pedagogía: Una diferencia necesaria[1]


Alejandra Aponte Muñoz[2]

Este artículo es parte de la revista Educación y cultura del Centro de estudios e investigaciones docentes de la Federación Colombiana de Educadores (FECODE). Este volumen se publicó en 1988, y en el contenido se puede apreciar que existe la necesidad de identificar los puntos de encuentro y diferencias entre conceptos que devienen de la preocupación por el hecho de la educación. Es importante destacar como esta necesidad por parte de la investigación docente, devela un necesario posicionamiento y defensa de la autonomía y la importancia de la pedagogía como campo en que el que se vuelve urgente desarrollar y escribir su propia historia y construir su propio objeto de investigación.

 Las personas que participaron en la elaboración de este artículo son docentes e investigadoras, articulación que permite dilucidar el interés de los docentes por reflexionar el campo: las tensiones y pugnas necesarias en una sociedad cambiante y repensarse la educación como un campo complejo en el cual se aprecian múltiples aristas y transversalidades que hacen que el hecho social educativo sea foco de interés en diversas disciplinas y enfoques. Esto último es relevante ya que el fenómeno ha repercutido de diferentes formas en el desarrollo del campo de la pedagogía.

Primero los autores hacen una corta contextualización en la cual sitúan el origen de las ciencias de la educación aparecen a principios del siglo XX como un conjunto de disciplinas que tienen en común el estudio de las situaciones y los hechos educativos a nivel macro y micro1, es decir, sus propósitos, control y planeación. Para los autores, el concepto de educación restringe el significado a la acción y el campo del concepto “enseñanza” recortando su relación con otros conceptos. A esto último lo denominan “enrarecimiento y dedican buena parte del artículo explicando cómo se puede evidenciar dicho enrarecimiento dentro del campo y cuáles son las consecuencias que tiene en el mismo.

En primer lugar, el enrarecimiento deviene de una conceptualización desarticulada, esta conceptualización desarticulada se da porque las ciencias de la educación –exceptuando la pedagogía y la didáctica- “se ocupan de la educación a su manera” es decir, por medio de nociones y conceptos con otro régimen teórico que corresponde a su disciplina macro –por ejemplo, la Sociología de la educación-.

 En este sentido las ciencias de la educación aportan a la disciplina macro, pero su aparte a la pedagogía es desarticulado, ya que consideran la enseñanza como un concepto operativo porque esta no es el objeto de las ciencias de la educación entonces no se permite el diálogo entre estas y la pedagogía. En segundo lugar, tenemos la Atomización, que refiere a que las ciencias de la educación han puesto a la pedagogía de forma instrumental, y de esta forma, al maestros como sujeto que aplica teoría de otras ciencias, en este sentido la pedagogía aparece subvalorada. Tenemos también la subordinación de la pedagogía que nos habla de cómo las ciencias de la educación han otorgado a la pedagogía un papel subalterno, haciéndola como una parte de ellas y en cierto modo cooptando su autonomía, esto ha tenido repercusiones para los procesos de conocimiento, ya que los procedimientos pedagógicos son reducidos a una existencia operativa.

La clase, por ejemplo, se ve como un proceso institucional, el programa como un currículo y el examen como la evaluación institucional, de esta forma reduce y limita la complejidad que caracteriza las relaciones dentro de la enseñanza y a su vez, obstaculizan pensar la pedagogía en función y relación al conocimiento, la sociedad y la cultura. La pareja Enseñanza-Aprendizaje deja de lado los procesos que se desarrollan al interior de los conocimientos científicos. El aprendizaje como conducta, omite el discurso pedagógico y los procesos de conocimientos en los saberes específicos.

Por último, la instrumentalización de la pedagogía que plantea la reducción de la enseñanza a procedimientos operativos que conducen al aprendizaje. De esta manera la pedagogía y la didáctica aplican conceptos operativos cuya fundamentación no se realiza en ellas, no se permite entonces la reflexión que debe hacerse la pedagogía a través de sus objetos, conceptos, métodos para comunicarse con otras disciplinas.

A esto último los autores llaman la reconceptualización y permitiría que la pedagogía y didáctica no sean tratadas como disciplinas aplicadas que esperan los avances y hallazgos de otras para explicar sus resultados.

Lo anterior nos invita a reflexionar cómo el enrarecimiento de la pedagogía produce transformaciones en la enseñanza, empobrecimiento y pauperización de la pedagogía. Para ello es también importante que entendamos la diferencia entre enseñanza como concepto de gran movilidad que se inserta en múltiples disciplinas; y la práctica de la enseñanza como el campo aplicado de la pedagogía en el cual se encuentra la didáctica. De esta forma la experimentación dentro del campo debe crear fuentes de reflexión y articular la teoría y la práctica.

Hacia el interior de la pedagogía debe haber una reformulación del campo aplicado para que el acto de enseñanza implique una transformación didáctica de los contenidos y no, la repetición de manuales por parte del maestro. Hacia la interioridad de los saberes específicos se articularán a la pedagogía a través de sus didácticas, y para ello, estos – los saberes específicos- no pueden confundir su campo de aplicación con el campo práctico de la pedagogía. Se vuelve urgente entonces, generar procesos de reconceptualización desde la interioridad de la pedagogía hacia otros saberes y hacia ella misma; y desde otros saberes hacia la pedagogía y la didáctica.

Reconocer la pedagogía como disciplina es fundamental para los autores las consecuencias del enrarecimiento de la pedagogía en la formación de los maestros se pueden apreciar en la ausencia de un objeto común que ligue lo teórico, lo conceptual, lo experimental a los saberes específicos en el proceso de formación de los maestros, de ello deviene que haya también una ausencia de problematización a cerca de la enseñanza y la desconexión del conjunto de áreas y saberes. Por otro lado, lo que denominan simulacro de la práctica en el cual no existe la conjugación de los conceptos de los saberes específicos con los métodos didácticos y la intencionalidad social implícita en el acontecimiento de la enseñanza. Todo ello produce desviación del saber pedagógico. La imposibilidad de los maestros de pensarse ya que los planes de formación docente promueven al maestro en función del aprendizaje de la niñez, es decir, un papel pasivo. Las tendencias profesionalizantes, se pueden vislumbrar en las políticas estatales que privilegian los intereses del mundo laboral sobre la formación académica, es decir, las demandas del mercado impiden que las instituciones formadoras incidan en los fines sociales de la educación y la transformación social.

Este es, a grandes rasgos el panorama que los autores permiten mostrarnos en las discusiones que se llevan a cabo dentro del campo y que nos movilizan como futuros maestros y en lo personal en científicos sociales que provenimos académicamente de estas disciplinas macro desde las cuales también nos pensamos la educación y que de una forma u otra hemos caído en la subvaloración o el uso instrumental de la pedagogía. Estando dentro del campo y reflexionando a través de todas estas investigaciones desde y para el campo se evidencia la legitimidad de las apreciaciones de los autores y la emergencia de ocupar un papel activo y reflexivo dentro de nuestra práctica y del campo.

Personalmente me parecen muy importantes las consecuencias de la instrumentalización del campo de la pedagogía ya que considero que esto ha pasado fuertemente en nuestro país, las funciones disciplinares de los maestros predominan las disciplinares a mi parecer, esto se evidenció en el examen al concurso docente en el cual muchos apreciamos con preocupación el modelo de maestro que desde los entes estatales se reproduce, no solo por el acentuamiento de la vigilancia no solo desde el maestro al estudiante, sino también de la escuela al maestro y del estado a la escuela. Los maestros no solo estamos llamados a dicha vigilancia en nombre del saber cómo garantía, también se enfatiza en lo que los autores denominan la semejanza de la escuela con la fábrica.

El maestro en este sentido, como un operario que debe seguir haciendo funcionar la maquinaria pese a las condiciones paupérrimas y críticas a las que el mismo modelo del mercado confinó a la escuela. La producción de conocimiento y sujetos “escolarizados” debe continuar, sin parar. La escuela inserta en dinámicas productivistas mercantiles en las cuales los estudiantes sean capacitados para el emprendimiento y la competencia. Los Maestros como operarios, toderos y llamados a enmendar la crisis del sistema educativo en condiciones instrumentales.

Bibliografía

- ZULUAGA, Olga; Echeverry, Alberto; Martínez Alberto, Restrepo Stella; Quiceno Humberto (1988) Educación y Pedagogía: una diferencia necesaria. En Educación y Cultura: Revista del Centro de Estudios e investigaciones docentes de la Federación Colombiana de Educadores. Bogotá, Colombia. Pp. 4-9.

[1] Título del texto que apareció en la revista educación y cultura # 14. La reseña fue presentada dentro del seminario de historia de la pedagogía 2022.

[2] Estudiante de la especialización en Pedagogía 2022.

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