Leer y escribir
La
escritura como proceso: leer y escribir en la formación posgradual
Olga Cecilia Díaz Flórez[1]
La
escritura en un programa de formación posgradual parece una condición evidente
que no requiere sustentación o reflexión. Lo damos por “sentado”, pues se asume
como un requisito y una condición de quienes ingresan a formarse como
investigadores de la educación. Si bien este breve texto no pretende ilustrar
el debate sobre los modos como podemos asumir estos complejos procesos en la
educación; he querido presentar e identificar las principales modalidades y
referentes desde los cuales abordo esta labor en mi trabajo como profesora en
la Maestría en Educación de la Universidad Pedagógica Nacional.
De
una parte, me parece relevante que mis estudiantes ensayen distintos tipos de
escritura académica, especialmente los resúmenes, las reseñas, análisis de
investigaciones y los ensayos analíticos; estos últimos centrados en la
construcción y desarrollo de una hipótesis analítica a partir del uso de la
perspectiva teórica en torno a las cuales se organiza cada seminario.
En
cada uno de ellos se requieren distintas formas de elaboración, comprensión y
apropiación de aquello que se lee, de tal modo que en su escritura se logren
cada vez mayores niveles de complejidad, rigor y en particular la generación de
un punto de vista propio en el que su voz pueda ser reconocida y también
sometida a la interlocución e interpelación tanto de la maestra como de sus
pares.
La
idea de una escritura en proceso tiene que ver justamente con propiciar una
dinámica que implica reconocer la importancia tanto de ir aclarando y
complejizando el propósito y las intenciones comunicativas de la escritura,
hasta lograr configurar un posicionamiento y una tesis analítica que organice
las ideas y consolide los argumentos que la respaldan. Por supuesto, estos
ejercicios hacen parte de las exigencias que los maestros, independientemente
de nuestras perspectivas de la investigación, hacemos en la construcción y
desarrollo de una tesis de grado.
Este
abordaje implica que los estudiantes presentan hasta tres versiones distintas
de un mismo texto y en cada una de estas etapas cuentan con una interlocución
tanto oral como a su escritura que hace posible que, en la mayoría de los
casos, el texto final representa una cualificación significativa respecto a la
primera versión. En una de las etapas, casi siempre la segunda versión, a la
interlocución de la maestra se le agrega la de uno de sus compañeros, quien se
escoge por afinidad o por intereses similares en torno a la temática trabajada.
Esta dinámica se enriquece con los aportes que el grupo y la maestra presenta
en cada etapa de socialización de estas producciones, de tal manera que se
propician distintas modalidades de retroalimentación con una aspiración
elevada: lograr que se animen a consolidar textos de carácter publicable.
Aun
cuando el tiempo que requiere este proceso de interlocución, especialmente a
cada escritura es exigente –años atrás lo hacía a los textos impresos, luego
estos circulaban a través del correo personal y ahora lo hago a través de la
plataforma de Teams y las herramientas de revisión–, lo he vuelto un estilo de
trabajo y procuro mantenerlo en todos mis espacios de trabajo con los
estudiantes, pues logro reconocer, en el corto tiempo de un semestre, los
efectos de esta escritura en proceso.
¿Cuáles habilidades, competencias, conocimientos y saberes considero que se logran promover y en algunos casos fortalecer a través de esta escritura en proceso? Diría que variadas y no solamente afectan a los estudiantes sino también me interpelan mi rol como maestra. Quisiera destacar las más relevantes y sobre los cuales, casi siempre, enfatizo en los comentarios que le hago a los textos o en las interacciones en los procesos de socialización:
- Entender
los alcances de una perspectiva teórica y el modo como podemos usarla para
elaborar y comprender problemas de la educación, que no se desconecten de las
trayectorias de los estudiantes (su formación de base), de sus intereses
laborales, o de sus propios trabajos de tesis. Sin embargo, reconocer estos
contextos y formaciones previas no equivale a un pragmatismo que privilegie la
utilidad o la facilidad en lo que se escribe, sino a procurar generar nexos con
los saberes, experticias e intereses de los estudiantes.
- Comprender
y diferenciar lo que plantea el o los autores que se leen de aquello que cada
uno intenta sustentar: no se trata simplemente de lograr una buena síntesis de
un texto o de los planteamientos de un autor, sino de reconocer sus
posibilidades para usar la perspectiva y construir una pregunta relevante
susceptible de ser trabajada a modo de una tesis argumentativa consistente y en
la que cada uno rete su propio pensamiento.
- Involucrar
permanentemente la reflexión sobre el qué y el cómo se escribe. Las
observaciones detalladas a cada texto, así como el comentario más general que
le envío a cada estudiante, es una especie de mecanismo para hacer ver, para
interrogar, para tomar distancia del propio pensamiento, para corregir
interpretaciones o para configurar descripciones analíticas que no interpreten,
en consonancia con la perspectiva que estemos estudiando. La siguiente
escritura no será simplemente atender o aceptar las interpelaciones sino
reelaborar, dialogar con la interlocución, ir más lejos y en el peor de los
casos, volver a empezar.
- Exponerse
a través de la socialización, desarrollar la argumentación y mostrar las
claridades que ha ido alcanzando. También leer a sus pares y ofrecerle aportes,
así como disponerse para escuchar, dialogar con la crítica y generar
reelaboraciones que enriquezcan sus propias comprensiones y las de sus pares.
Esta escritura en proceso me ha traído enormes satisfacciones y también me ha ayudado a tomar distancia de mi propia posición como lectora-evaluadora y a reorientar algunas modalidades de la interlocución, procurando entender y ser cuidadosa con los efectos de esta labor, bajo una convicción que me atraviesa: el reconocimiento y la valoración de una escritura para ser leída.
[1] Profesora titular, Departamento de Posgrado, Facultad
de Educación, Universidad Pedagógica Nacional.
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