jueves, 28 de enero de 2021

Ensayos o artículos de reflexión 10

 La formación como acto que vincula el saber.

Alfonso Moisés Yupanqui Erazo* 


El siguiente trabajo tiene como referente el seminario “La actualidad de la filosofía en la educación”, el escrito analiza la relación que existe entre el maestro y la formación del sujeto, como acto vinculante al saber en el ámbito educativo. Para tal efecto la pregunta que orienta esta reflexión es ¿Cómo se constituye el Sujeto en un proceso de formación?

Esta reflexión adquiere pertinencia en una sociedad que cada vez tiende al olvido de algunas prácticas de formación que se ejercieron como acción fundamental para la vida del hombre, en tanto que la formación, entendida como efecto, más que crear categorías conceptuales o transformar el mundo, abre la posibilidad al sujeto de ser un acto realizativo que permite aportar un saber al campo o a las múltiples disciplinas (como las matemáticas, la física, la historia, la sociología entre otros) dando cuenta de su formación y su vínculo con el saber.

La formación, también como condición humana, unas condiciones de posibilidad propias de nuestra especificidad -de sujetos- como seres hablantes; el “impulso (la pulsión), como resto; la diferenciación de los semejantes, introducida como referente; la estructura, prerrequisito del sentido; y la relación transferencial, que da lugar al deseo” (Bustamante. 2019. p.19). Se podría afirmar, que, a partir de este proceso, el hombre logra construir su diferencia con respecto al animal, en tanto que, para éste, el instinto determina su acción, entendida como “un saber no sabido” que responde a la búsqueda de la alimentación y la reproducción, mientras que en el ser humano, al ser tocado por el lenguaje (estructura-sintaxis) se genera un proceso de desnaturalización. El sujeto es atravesado por el lenguaje y éste pone a disposición del sujeto la apertura de un mundo por recorrer y por hacer, hecho que nos hace sujetos singulares en un contexto social frente al otro semejante y al Otro de la cultura. 

Es el lenguaje el que trastoca la vida de los sujetos y permite ubicar las condiciones y posibilidades de decidir ante la falta que experimenta su ser, para relacionarse, apropiarse y transformar el mundo. Este vacío va a ser cubierto por la educación como Kant afirma, el hombre es el único ser que necesita ser educado y que para esta condición es necesario que el otro lo construya: “El hombre necesita una razón propia; no tiene ningún instinto, y debe construirse él mismo el plan de su conducta. Pero como no está en disposición de hacérselo inmediatamente, sino que viene inculto al mundo, se lo tienen que construir los demás” (Pedagogía, 1803)**. 

En este sentido la formación, implica la existencia de un otro mediador que este investido de un saber, como el maestro, que interpela y pone en evidencia la falta en el sujeto, y pone a disposición su saber, no como un facilitador del saber, o un acto natural***, porque como señala (Bustamante. 2019 p. 19) - citando a Platón –“Formar no es como dar de comer al hambriento, enseñaba Platón en el diálogo Sofista “el cuerpo no podrá beneficiarse del alimento que recibe hasta que no haya expulsado de sí aquello que lo indispone; y lo mismo ocurre respecto al alma”. 

La formación pasa por una decisión del sujeto, cuyo acto se constata a posteriori, ya que esta, no es un proceso de educación que se verifica a partir de los logros alcanzados durante un bimestre, semestre o anualidad, sino que la formación está encaminada hacia el deseo de saber, que implica sacrificio y esfuerzo por parte del sujeto para sostener el acto formativo. Acto que no depende de la acción comunicativa, de una voluntad, ni tampoco de una decisión que el sujeto asume de forma espontánea, porque la formación como efecto posee su propia “naturaleza”.

En esta perspectiva la formación, más que instaurarse en un proceso cognitivo, moviliza la fuerza del “deseo de saber”. Es el lugar desde donde se ubica el sujeto en su condición humana, que disponiendo de la cultura desea construir su especificidad, a partir de la intermediación del maestro que es el vínculo y “lazo” en la relación con el saber.

El saber se construye en una relación de fuerzas, entre el aprendiz que se resiste y el maestro que dispone y ofrece su saber, donde la relación “formador y aprendiz”, marcan su lugar de diferencia, dando paso a la especificidad y lugar que cada uno ocupa en el acto educativo de la formación.

En esta perspectiva es menester citar a Platón, frente al dialogo que establecen Sócrates y Menón****, con relación a la formación y el saber: ¿Podrás, Sócrates, decirme si la virtud puede enseñarse; ó si no pudiendo enseñarse, se adquiere solo con la práctica; ó en fin, si no dependiendo de la práctica, ni de enseñanza, se encuentra en el hombre naturalmente ó de cualquier otra manera? (Platón. 1871. p. 283).

Menón, devela a partir de sus premisas la necesidad de resolver su requerimiento, en este caso si la virtud se puede enseñar implica la falta y la carencia de algo que Menón demanda de Sócrates, una palabra. Frente a este requerimiento Sócrates se detiene antes de dar una respuesta, él no desea cubrir la necesidad de Menón. La postura de Sócrates no es de un facilitador que satisface la necesidad y anhelo de Menón. Sócrates inicia el camino de interpelar sus demandas, de complejizar sus requerimientos y de mantenerse en el límite del no saber. Y señala lo siguiente:

“. ..mi querido Menón las cosas han tomado la faz opuesta. No sé qué especie de aridez se ha apoderado de la ciencia; hasta el punto que parece haberse retirado de estos lugares para ir á animar los vuestros. Por lo menos, si te propusieras interrogar sobre esta cuestión a alguno de aquí, no habría uno que se echara a reír y que no te dijera: “Extranjero, sin duda me tienes por algún dichoso mortal, si crees que sé yo si la virtud puede enseñarse, ó si hay algún otro modo de adquirirla. Pero estoy tan distante de saber si la virtud, por su naturaleza, puede enseñarse, que hasta ignoro absolutamente que es la virtud”. En el mismo e idéntico caso, Menón, me hallo yo; tan falto de recursos como mis conciudadanos; y en verdad siento mucho no tener ningún conocimiento de la virtud”. (Platón. 1871. P.284). 

Dada la especificidad del cuestionamiento de Menón, Sócrates asume una posición de requisición y pone en tensión la relación con el saber, por esto, se podría decir que el saber no está ubicado en la persona de Sócrates, no es algo que está en él, sino que el saber está por fuera de él en un ámbito “abstracto”. Él es un intermediario y como tal hace el cuestionamiento.

Sócrates le dice a Menón: “De esto sois deudores á Gorgias; por que habiendo ido a esa ciudad, se atrajo por su saber á principales aleuades*****, uno de los cuales es tu amigo Arístipo, y a los más distinguidos de los demás tesalienses. Os acostumbró á respondes con seguridad y con un tono imponente á las preguntas que os hacen, como responden naturalmente los hombres que saben(…) y ninguno queda sin respuesta, cualquiera que sea la materia” (Platón. 1871. P.284).

La manera de interpelar de Sócrates pone en juego las palabras de uno y otro, que se diferencian de sus condiciones y posibilidades frente al saber y la formación. La interpelación de Sócrates lleva a la confusión a Menón, al no encontrar la satisfacción de su necesidad, sin embargo, abre la posibilidad de establecer un lugar, de asumir su posición.

En el juego del saber. Más que encontrarse con la verdad, Menón se encuentra con la equivocación.

“De manera que, cuando a alguien se lo interpela en relación con el saber, no solamente entra en juego lo que el hablante pretende, sino también lo que el otro ha hecho para alimentar esa pretensión. En ambos casos (…) reina la equivocación, pues relacionarse con el saber no es pedirlo a quien uno cree que lo tiene, ni creer que uno lo tiene (por obnubilación propia o con ayuda de que el otro lo cree y nos lo dice y nos lo repite)”. (Bustamante. 2020 p.53).

Menón considera que el saber está en la persona de Sócrates, cuando realmente él es un intermediario, el maestro que vincula el saber. Así el saber no se deposita bajo los límites de una persona, sino que es algo abstracto y se transfiere por medio del trabajo “la transferencia – del saber por medio del trabajo - es una condición sine qua non, para que los métodos y los contenidos tributen a la formación” (Bustamante.2019 p.37). 

El sujeto de alguna manera antecede su destino, porque el acontecimiento de la formación como efecto retroactivo no solo depende de las acciones concurrentes, sino que el formante que inicia el camino de la formación lleva consigo esas fuerzas inconmensurables donde late la vida, donde la vida del sujeto decide seguir en el trabajo de sostener el deseo como acontecimiento, como algo que emerge y que no depende más que de su propio tiempo, espacio y destino. Sin embargo, es importante considerar que el acto realizativo del proceso de formación, no está ajena de sufrir algún infortunio.

El saber entonces se asume desde el rigor estructural en la esfera de un campo de una disciplina que discrimina, clasifica, ordena y regula; donde el sujeto toma distancia para ubicarse en su singularidad, en su tiempo. “La ciencia no se hace para transformar, sino- como argumenta Pierre Joliot- para hacer progresar el conocimiento” (Bustamante 2019.p.80), cuya satisfacción se materializará a posteriori.

Referencias

Bustamante, Zamudio Guillermo. (2019). La formación como efecto. Editorial aula de humanidades. Bogotá.

Bustamante, Zamudio Guillermo. (2020) Seminario “La actualidad de la filosofía en la educación”, Informe año sabático. Universidad Pedagógica nacional.

Platón, Obras completas, puesta en lengua española. Menón ó de la Virtud. Edición de Patricio de Azcárate, tomo 4, Medina y Navarro editores. Madrid, 1871. www.filosofía.org.


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*Estudiante activo de la Maestría en Educación. Reflexiones surgidas del seminario impartido por el profesor Guillermo Bustamante Zamudio: “La actualidad de la filosofía en la educación” (2020-1)
**Cita tomada de: Bustamante Zamudio Guillermo, La formación como efecto. Editorial aula de humanidades. Bogotá, 2019.p.41.
***La formación: “No se produce a partir de un conocimiento aprendido, pues estar “formado” es la condición para poder disponer de lo humano (del conocimiento, entre otros). La “disponibilidad cultural” no es condición suficiente, pues se requiere poner al sujeto en posibilidad de disponer de la cultura: como ella es una información codificada, no está dada para la percepción sino para la co-enunciación (…).” En: Bustamante Zamudio Guillermo, La formación como efecto. Editorial aula de humanidades. Bogotá, 2019.p.10, 11.
****Platón, Obras completas, puesta en lengua española. Menón ó de la Virtud. Edición de Patricio de Azcárate, tomo 4, Medina y Navarro editores. Madrid, 1871. www.filosofía.org.
*****Los ciudadanos más nobles de Larisa, que descendían del rey Aleuas. Tomado de: Platón, Obras completas, puesta en lengua española. Menón ó de la Virtud. Edición de Patricio de Azcárate, tomo 4, Medina y Navarro editores. Madrid, 1871. P. 283.www.filosofía.org.

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