CONSEJOS PARA HACER
UNA INVESTIGACIÓN
Oscar Arbeláez[1]
De
la lectura en el proceso Investigativo
Parecería un lugar común afirmar que el ejercicio
disciplinado de la lectura es indispensable para escribir y argumentar con
claridad y rigor conceptual en el ámbito académico e investigativo. Sin
embargo, resultan pertinentes algunas reflexiones que son producto de la
experiencia en nuestro ejercicio de la enseñanza sobre cómo construir una
pregunta y un objeto de investigación.
Se inicia con una reflexión que parte de comprender
el ejercicio de la lectura como un proceso de construcción de un hábito disciplinado,
que contribuye a ordenar la reflexión: Y, ¿cómo se entiende ordenar la
reflexión? Aprender a organizar ideas, a construir preguntas, a estructurar
discursos coherentes, no sólo desde el punto de vista gramatical, sino
epistemológico.
Construir una pregunta no es un acto mecánico; por
el contrario, es un cuidadoso proceso de observación, análisis y
reflexión. En este proceso está
comprometida, tanto la lectura rigurosa como la escritura estructurada. Leer
ayuda a explorar temas, problemas, situaciones y conceptos; escribir contribuye
a estructurar discursos, a organizar ideas y a disciplinar el pensamiento.
Como se dijo anteriormente, y esto se considera muy
importante, es un juego exploratorio a través del cual buscamos temas,
problematizamos categorías, contextualizamos preguntas; identificamos
tradiciones de pensamiento e investigación; adoptamos autores que nos guían en
nuestras reflexiones (no olvidar que los autores son autoridades y como en todo
campo, en el académico, la autoridad es muy importante).
Explorar lecturas es un punto definitivo en la
investigación porque a través de ella se pueden encontrar los caminos que otros
han recorrido y cómo estos nos han ayudado y nos ayudan a caminar por senderos
inexplorados en el campo del saber. En efecto, hay autores canónicos que “abren
trocha”, es decir, van sugiriendo la ruta del trabajo que vamos a emprender y
que ningún aprendiz de investigación debería obviar.
El acto de la lectura, como se ha dicho, ayuda al
estudiante a comprender ideas. Con base en ellas, se inspira, para formular una
pregunta escribiéndola, con el fin de explorar quién más la ha formulado o ha
planteado preguntas similares. Esto para cotejar sus percepciones, intuitivas o
primarias, con los niveles de argumentación de los autores con los que se
enfrenta. Desde allí, podría identificar, no sólo la lógica gramatical de la
escritura de su pregunta, sino también, la pertinencia epistemológica.
En la lectura de textos que inspiran la
investigación, un lector atento coteja las pretensiones de verdad de la
autoridad frente a las propias pretensiones de verdad. En tal sentido, una ruta
de lectura asociada con el ejercicio de escribir podría estar acompañada de un
cuaderno de notas, de apuntes. En este registro se extraen ideas importantes,
que posteriormente pueden ser temas de investigación, las cuales se pueden
constituir en problemas y asuntos para explorar. Se identifican categorías de
análisis (recordar que un discurso con pretensiones de cientificidad, no se
construye sólo con intuiciones, sino con categorías, entendidas como
representaciones de relaciones sociales y comunicativas). Dicho ejercicio es
determinante en el proceso de investigación porque con esta identificación, se
puede empezar a explorar no solamente desde la perspectiva histórica sino desde
la perspectiva sociológica; el sentido de los conceptos usados para resolver el problema. Además, es
necesario que sean códigos comunes en la comunidad académica[2].
Como se podría discutir, la legitimidad y
pertinencia de una categoría o concepto e inclusive de un problema, se
construye en el escenario del diálogo, del debate y de la deliberación en las
comunidades académicas.
Otro aspecto para la presente reflexión es la
lectura en contexto. En efecto, hay que enfatizar que, independientemente de la
naturaleza del texto, un buen lector ubica el origen histórico de ese texto, la
época en que fue escrito, el tipo de sociedad en que vivió el autor; las
corrientes epistemológicas en que se ubicó el autor y que lo inspiraron; los
fenómenos o hechos que describe el autor; los debates que suscitó en su época y
los que puede estar generando en la época actual; la disciplina o campo de la
investigación al cual le aporta el texto y sus desarrollos contemporáneos. Esto quiere decir que leer en contexto
significa dotarse de un buen diccionario especializado y también, tener
referentes de los procesos que implican cambios y paradigmas en la indagación.
Estos últimos aspectos son muy relevantes porque,
así como nuestros autores predilectos tuvieron fuentes de inspiración, nosotros
también necesitamos esas fuentes de inspiración, e inclusive se podría pensar y
aceptar que un investigador principiante y hasta un investigador Senior, imite en su estilo, a su fuente
de inspiración.
Con alguna frecuencia, los profesores de
investigación sugerimos dos tipos de lectura, a saber: la lectura analítica y
la lectura crítica.
La lectura analítica consiste en una inspección del
texto con algún rigor: el título, los subtítulos, índices, una primera lectura
atenta a la introducción en donde el lector podrá tener una idea de los
propósitos de trabajo que tiene o tuvo el autor. Esta modalidad de lectura pone
al lector en contacto con la estructura del texto que puede ser también la
estructura del proyecto de investigación del autor. Asimismo, el lector puede
identificar cual es el problema o asunto del que se ocupa el autor y, de alguna
manera, durante todo el proceso de la lectura, descifrar el universo
epistemológico y el enfoque metodológico con que trabaja el autor. En este
sentido, se puede considerar la lectura como un ejercicio de comprensión y
diálogo.
En lo que tiene que ver con la lectura crítica, se
parte de que toda interpretación ha de estar precedida de la comprensión. Para
este propósito, el acuerdo categorial, las descripciones argumentativas, las
relaciones entre categorías y argumentos y los contextos ayudan a que el
análisis con algún componente crítico tenga validez. No sería posible ejercer una crítica seria,
si no se atiende a este proceso anterior. Se dice que el lector debe ser capaz
de decir con alguna certeza lo que comprende de un texto antes de emitir un
juicio sobre el mismo.
Criticar no es solo disentir, coincidir con un
argumento que se lee es también un juicio importante. De todos modos, como se
ha dicho reiteradamente, estar o no estar de acuerdo con un autor, pasa por esa
comprensión.
Finalmente, es muy importante, tanto para quien lee
como para quien escribe, comprender la diferencia entre conocimiento y opinión.
El conocimiento está soportado en la exploración, la observación rigurosa, la
comparación, la medición, si se quiere; el argumento, las categorías y los
métodos. La opinión o doxa, como la
llamaría Platón, en la mayoría de los casos, es producto de percepciones
subjetivas, de puntos de vista; de lecturas sesgadas e inclusive, de posturas
ideológicas y/o políticas.
Este último, es uno de los grandes obstáculos
epistemológicos de los que habla Bachelard y, por tanto, habría que evitar caer
en estas prácticas para no desvirtuar el trabajo investigativo.
Estas reflexiones se constituyen en consejos o pistas
sobre las cuales se podría pensar una “artesanía intelectual” para la formación
de investigadores en los Posgrados de la Universidad Pedagógica.
Referentes
Bibliográficos
Adler, J.
Mortimer, Doren, Charles Van (2001).
Como leer un libro. Una guía clásica para mejorar la lectura. Ed.
Debate, Madrid.
Bachelard, Gastón. (2000). La formación del espíritu científico. Ed. Siglo XXI. Buenos Aires.
Mills,
Charles. Wrigth (1999). La
imaginación sociológica. Editor digital.
En: https://redmovimientos.mx/wp-content/uploads/2020/07/La-Imaginaci%C3%B3n-Sociologica-Mills.pdf
No hay comentarios:
Publicar un comentario