miércoles, 10 de julio de 2019

Leer y escribir 3

Leer y escribir


“Notas sobre la lectura y la escritura en la maestría en educación”
Jorge Jairo Posada Escobar[1]


La lectura debería servir para "captar, entender y explicar -para producir un mejor conocimiento de- el mundo histórico y sus procesos; y, por tanto, para dar solidez a nuestra praxis…"  (Hall, Stuart, 1988, p. 35)


¿Qué concepciones de lectura y escritura se dan en nuestro programa de formación? ¿Qué prácticas de lectura y escritura desarrollamos? ¿A qué problemas y retos nos enfrentamos cuando planteamos la importancia de la lectura y la escritura en la Maestría? 

Estas breves notas pueden generar algún debate que permita profundizar sobre una cuestión tan importante en la formación de maestros, en la formación de investigadores de la educación y la pedagogía. Cuando pensamos en la lectura de los estudiantes, tenemos que pensar qué leemos los maestros, cómo escogemos los textos que leerán en nuestros cursos los estudiantes. Lo anterior está en relación con nuestro conocimiento sobre el tema que preparamos y enseñamos. Es decir, la lectura y la escritura en la Maestría está pensada desde la elaboración del programa del seminario propuesto cada semestre.
 En tal sentido cobran relevancia la presentación de los seminarios, el documento y la exposición del programa, para retar a los estudiantes a leer y a escribir en torno a unas temáticas, unos conceptos, unas problematizaciones en los que se centran tales apuestas académicas. Este reto se hace desde el saber que el maestro expone en el programa.
Nos preguntamos también cómo hacer para que los estudiantes tengan una comprensión profunda de los textos que trabajamos, ¿cómo pueden lograr trabajar -sacarles el jugo- a los textos?
Leemos para comprender, entender, estudiar y profundizar, desentrañar, reconstruir los textos, cuestionarlos y cuestionarnos como lectores. Se lee con el fin de aportar a las investigaciones que estamos haciendo. Es bastante común que en los seminarios que orientamos les preguntemos a los estudiantes ¿cómo les fue con las lecturas? De este modo resulta una preocupación central en nuestros seminarios la lectura y la escrituraque en ellos desarrollemos.
En la Maestría en Educación de la UPN el maestro se expone como lector y escritor, como un investigador que realiza el trabajo permanente de leer y escribir; con los programas de los seminarios, en las clases, el maestro exterioriza su lectura, pero también la forma de leer, la forma de hacer notas, de procesar los textos, de utilizarlos. Los maestros mostramos algunas posibles interpretaciones y usos de los textos. Los maestros buscamos generar el deseo de pensar con los conceptos aportados por los textos; en las clases se evidencia que no hay una sola lectura correcta, una sola interpretación, hay diferentes lecturas e interpretaciones, pero no todo vale.
Desde las clases y desde el "ambiente" académico cultural de la Maestría, -enriquecido por actividades como conferencias, lanzamiento de libros, lanzamiento de revistas, socialización de proyectos, eventos de los grupos de investigación entre otras-, son palpables las acciones para que la formación de investigadores sea la formación de lectores y escritores, por esto, la lectura y la escritura son actividades relevantes.
En los seminarios se contrastan las diferentes lecturas de los textos propuestos, se discuten los significados y sentidos de los textos, se reconstruyen las argumentaciones, se desentrañan los conceptos y sus relaciones con otros conceptos y teorías. En los seminarios hacemos lecturas comentadas de los textos, así mismo pretendemos que los comentarios sean enriquecidos, complejizados y se basen en lecturas rigorosas.
Un texto puede estar abierto a múltiples lecturas, pero como lo expresamos anteriormente no todo vale, tenemos muchos interrogantes sobre las posibles interpretaciones, ¿acaso es posible pensar que podemos "entender totalmente un texto mediante la aplicación mecánica de un procedimiento interpretativo. Los significados pues, pueden ser múltiples y contradictorios, y siempre debemos tener la voluntad de "leer" nuestras propias lecturas de un texto, de interpretar nuestras propias interpretaciones de lo que significa" (Apple, Michael, 1996, p. 79)?.
Trabajamos sobre todo en un género de lectura y escritura que denominaré lectura y escritura de textos académicos; como todo género hay que desarrollar una capacidad específica para manejarlo apropiadamente, pero aquí no nos ayudan las reglas y las recetas cerradas, la experticia se gana con la práctica asidua de leer y escribir.
Por otra parte, cuando hacemos las lecturas y las escrituras en la Maestría, constatamos desde el inicio de los estudios, las diferentes trayectorias de lectura y escritura de los estudiantes. Sus diferentes experiencias como lectores y escritores, sus diferencias y "niveles" en su capacidad lectora; algunos estudiantes declaran "llevar muchos años sin leer" (claro, para nosotros  es sorprendente y nos cuestionamos cómo han podido ser profesores sin leer y escribir), o estudiantes que nos dicen, en mi carrera nunca nos tocaba leer y escribir (cómo? pensamos); lo más generalizado de los estudiantes de la Maestría es que no hayan escrito un artículo académico en su carrera profesional. No sabemos acerca de sus procesos de lectura y escritura, sus concepciones o representaciones, pero conocemos que quieren arriesgarse a leer y a escribir; los estudiantes cuando se vinculan a la Maestría asumen los retos, cuando se inscriben a un seminario parecen estar dispuestos y generan las condiciones para profundizar, para la briega con los textos.
En nuestro trabajo lector y escritural hacemos esfuerzos para entender qué dicen los textos, para identificar los conceptos expresados, sus relaciones con otros conceptos, su estructuración, jerarquización, sus contornos. Trabajamos para saber a qué se refieren, qué referencian, qué dicen del mundo, qué dicen entre otros asuntos de la sociedad, de los sujetos, de la educación, de la escuela, de los maestros y maestras, de las experiencias y de las prácticas pedagógicas, del poder, del conocimiento, de las verdades. Analizamos el potencial y la capacidad explicativa y comprensiva de los conceptos.
También, profundizamos la interpretación de lo que nos dicen estos conceptos, buscamos las intersecciones con otros textos, con otros conceptos trabajados en otras lecturas, con nuestros conceptos, con nuestra experiencia, con nosotros; dejamos que la lectura nos interpele, nos interrogue y hasta nos problematice lo que sabemos o creemos saber.
Para ahondar en esta reflexión me apoyaré en uno de mis "maestros intelectuales":Como lectores, podemos permanecer en la suspensión del texto, tratarlo como texto sin mundo y sin autor y explicarlo entonces, por sus relaciones internas, por su estructura. O bien, podemos le­vantar la suspensión del texto, acabar el texto en palabras y restituirlo a la comunicación viva, con lo cual lo interpretamos. Estas dos posibilidades    perte­necen ambas a la lectura y la lectura es la dialéctica de estas dos    actitudes. (Ricoeur, Paul, Qué es un texto? 2001, p. 134).
Para Ricoeur en la lectura de textos articulamos la explicación y la comprensión: 

“…se nos ofrecen dos maneras de leer. Mediante la lectura podemos        prolongar y acentuar la suspensión que afecta a la referencia del texto y llevarla hasta el entorno de un mundo y al público de los sujetos hablantes: es la actitud explicativa. Pero podemos también levantar esta suspensión y acabar el texto como habla real. Esta segunda actitud es el verdadero destino de la lectura, puesto que revela la verdadera naturaleza de la suspensión que afecta al movimiento del texto hacia el significado. La otra lectura no sería incluso posible, si en primer lu­gar no resultara evidente que el texto, como escritura, espera y reclama una lectura. La lectura es posible porque el texto no está cerrado en sí mismo, sino abierto hacia otra cosa; leer es, en toda hipótesis, articular un discurso nuevo al discurso del texto. Esta articulación de un discurso con un discurso de­nuncia, en la constitución misma del texto, una capacidad original de continuación, que es su carácter abierto. La interpretación es el cumplimiento concreto de esta articulación y de esta continuación.(Ricoeur, Paul, 2001, p. 140)”

Pero además, para Ricoeur la lectura debe ser también apropiación para el lector: 

Por apropiación entiendo lo siguiente: la interpretación de un texto se acaba en la interpretación de sí de un sujeto que desde entonces se comprende mejor, se comprende de otra manera o, incluso, comienza a comprenderse. Pero, sobre todo, al caracterizar la interpretación como apropiación, se quiere destacar el carácter actualde la interpretación: la lectura es como la ejecución de una partitura musical; marca la realización, la actualización, de las posibilidades semánticas del texto. Este último rasgo es el más importante, pues es la condición de los otros dos: victoria sobre la distancia cultural, fusión de la interpretación del texto con la interpretación de uno mismo. (Ricoeur, Paul, 2001, pp. 142-43).

En este orden de ideas, construir la explicación de un texto es importante, realizar el análisis estructural del texto es necesario; además,se requiere su comprensión para poder identificar el proyecto del texto, el mundo al que se refiere. Estos dos elementos de la lectura Ricoeur los denomina el arco hermenéutico.
No podemos dejar de tener en cuenta que para este autor “la interpretación de un texto se acaba en la interpretación de sí de un sujeto que desde entonces se comprende mejor, se comprende de otra manera o comienza a comprenderse” (Ricoeur, Paul, 2001, p. 141), de esta forma la lectura y la escritura son trabajos sobre sí mismo, es un esfuerzo para pensar y pensarnos.
Por último, quisiera decir algunas ideas explícitamente sobre la escritura. La escritura no es la transposición en escrito de lo que decimos, requiere un trabajo muy grande de organización, de estructuración del pensamiento. Escribir un texto supone poder revisar y poder controlar muchos elementos comunicativos porque este debe poder decir sin que sea necesario que el autor este presente para explicar. Para escribir requerimos leer, conocer de qué vamos a expresarnos, la lectura se convierte en la fuente primordial de la escritura. En las discusiones efectuadas en las clases podemos constatar las interpretaciones y las apropiaciones de los textos, pero es ante todo en los escritos de los estudiantes donde esto se puede evidenciar con mayor fuerza.
De allí que sea una actividad central de los maestros la revisión y la mejora de los escritos de los estudiantes, desde resúmenes, protocolos, reseñas, ensayos cortos, artículos, capítulos de las tesis, entre otros.
Son muchos los interrogantes y las cuestiones en las que deberíamos ahondar para continuar la reflexión más profunda sobre la lectura y la escritura en la Maestría en Educación de la UPN, considero que es vital cuestionarnos sobre: ¿Cómo hacer de la lectura y la escritura una forma de salir los estrechos marcos de interpretación del mundo y de la educación y la pedagogía en el contexto actual? ¿Cómo fortalecer la construcción de sentido, la apropiación en la lectura y la escritura y sus relaciones con el conjunto de acciones formativas realizadas en la Maestría? ¿Cómo lograr que los textos nos interpelen y en este sentido, enriquezcan las perspectivas conceptuales trabajadas en los proyectos de investigación?

Referencias
Apple, M (1996). El conocimiento oficialBarcelona: Paidós.
Hall, S, (1988). Marxism and the Interpretation of the culture. Urbana: University of Illinois.
Ricoeur, P (2001). Del texto a la acción. (¿Qué es un texto?). México: Fondo de Cultura Económica.


[1]Profesor UPN

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