LEER Y ESCRIBIR
Lectura, escritura y cultura académica
Por Ancizar Narváez M.
Profesor Facultad de Educación
Universidad Pedagógica Nacional
En el marco de la cátedra doctoral sobre Educación, política y subjetividadhabía formulado algunas preguntas como estas, a propósito de las sociedades alfabetizadas o mediatizadas:
¿Cuántos libros, artículos y demás textos escritos podemos almacenar hoy en nuestro computador, nuestra tableta o nuestro teléfono móvil?
¿Cuántos podemos físicamente leer?
¿Cuántos podemos comprender o siquiera descodificar?
¿Con cuántos podemos discutir, es decir, a cuántos podemos hacerles preguntas?
¿Cuántos podemos escribir?
La distancia que separa la respuesta a la primera pregunta de la respuesta a la última es la que separa a la escritura como técnica de la escritura como cultura académica. Pero si vamos a considerar a la escritura una cultura entonces tenemos que partir de alguna idea de cultura.
La cultura no es naturaleza, pero si nos ponemos ‘holísticos’ y no queremos aceptar la separación naturaleza/cultura, entonces diremos que la cultura es la ‘naturaleza humana’, es decir, lo que diferencia a la especie humana de otras especies. Y lo que la diferencia es la desespecialización.
La única especialización de la especie es el lenguaje, pero este conduce precisamente a la desespeciación, o sea a la segmentación en etnias y a la adquisición de una lengua, que ya no es una facultad natural sino una construcción social, particular de cada grupo. El lenguaje es uno para la especie, pero las lenguas son más de 6 mil. Y ello conduce a un tipo de conducta y de saberes correspondientes a cada comunidad lingüística particular, o sea a una cultura.
En su acepción más básica la cultura está constituida entonces por el lenguaje y el mito. Pero estas son solo dos abstracciones que se concretan en forma distinta en diferentes grupos humanos que llamaremos étnicos, no necesariamente consanguíneos sino grupos lingüísticos. O sea que hay tantas culturas como lenguas y relatos míticos. La lengua y el relato mítico serían el equivalente antropológico de la estructura sistema significante/sistema significadode la lingüística.
Lenguaje Mito
Lengua Relato mítico
S/Significante S/Significado
Pero ¿qué tiene que ver esto con la escritura? La lengua y el relato mítico existen como cultura justamente en la medida en que van juntos. La separación es analítica y a posteriori. Las escrituras, entendidas como “todo sistema semiótico visual y espacial”, según Todorov, pretenden ser un sucedáneo de la cultura. Un sustituto de la unidad lengua-relato. Pero entonces encontramos dos tipos de sucedáneos que el mismo autor llama escrituras mitográficas y escrituras logográficas.
Esta distinción se refiere a que las primeras pretenden representar gráficamente el mito, o sea el sistema significado, mientras que las segundas pretenden representar gráficamente el lenguaje. Más específicamente, las primeras, el sistema significado y las últimas, el sistema significante. De las primeras se desprende toda la tradición icónica y de las segundas, la tradición que llamamos alfabética. Esta última es la que interesa caracterizar como cultura.
Escritura y cultura
La escritura como cultura empieza por ser una forma, no una sustancia. Como forma, es un sistema de posiciones y oposiciones de elementos que se relacionan entre sí según reglas de combinación. Desde este punto de vista, los elementos que se relacionan y que constituyen un todo interrelacionado son figuras que pretenden representar unidades fonológicas.
Cuando las unidades fonológicas representadas son sílabas entonces tenemos escrituras silábicas o silabarios; cuando se representan solo las consonantes, entonces tenemos consonatarios; cuando se representan consonantes y vocales, entonces tenemos alfabetos. Los alfabetos son sistemas abstractos, formales, de representación fonémica, sistemas de posiciones que no tienen que ver nada con su actualización física o material. Veamos:
Desde el punto de vista técnico, o sea de los sistemas de actualización física del sistema alfabético, la escritura pude ser caligráfica, tipográfica o electrónica. Vivimos 2000 años solo con la escritura caligráfica, llevamos unos 450 años utilizando la escritura tipográfica y cerca de 70 años de escritura electrónica. Sin embargo, la /a/ sigue siendo una posición que se diferencia de la /u/ entre las vocales o de la /z/ entre todo el alfabeto. En cambio, la forma de actualizarse puede variar tanto como:
a) caligráficamente, unas 400 millones de veces: si consideramos que todos los hablantes del español supiéramos escribir cada uno haría una actualización distinta de la posición alfabética /a/;
b) tipográficamente, tanto como todos los tipos o fuentes tipográficas que se siguen inventando;
c) electrónicamente, tanto como las dos anteriores juntas puesto que se trata solo de su reproducción en otros soportes.
O sea que la escritura como sistema no ha cambiado; solo han cambiado los materiales en que se plasma. Técnicamente, esto significa cambio en sustancia de la expresión pero no en la forma de la expresión. Pero lo que importa para constituir una cultura es la forma, no la sustancia; importa la posición abstracta, no la materialización.
Entonces se presentan varios equívocos cuando se habla de cultura, siendo los más comunes: cultura escrita, cultura impresa, cultura electrónica, cultura digital, cultura virtual, Cibercultura, todos como sinónimos de cultura alfabética.
Sin embargo, la cultura escrita puede ser tanto alfabética como icónica; la cultura impresa también puede ser de ambos orígenes; la electrónica sirve para reproducir tanto lo alfabético como lo icónico y lo oral; la cultura digital, la virtual y Cibercultura se presentan como intercambiables porque se asocian a los procesos telemáticos. Pero aquí es donde se presentan los mayores equívocos.
En efecto, lo digital se suele reducir a la digitalización electrónica que, como vimos, digitaliza diferentes sistemas de sintácticos. Sin embargo, en rigor, toda cultura es digital porque proviene de la lengua que, como sistema fonológico, es el primer sistema digital. Lo que consideramos virtual, por oposición a lo real, pero más exactamente a lo actual, en realidad es un acervo de datos físicos, almacenados en alguna parte (servidores), que hacemos aparecer mediante artificios y algoritmos electrónicos, mientras que lo verdaderamente virtual es algo que no está almacenado en ninguna parte sino que solo existe en el momento en que se produce; por tanto, lo único virtual es la lengua, que nos permite producir las palabras y las emisiones en el momento en que las requerimos. No tenemos palabras almacenadas en ninguna parte, solo tenemos la capacidad de producirlas, la competencia.
Escritura y cultura alfabética
Pero para que sea una cultura el sistema significante tiene que estar asociado a un sistema de significados. Así que lo único que podemos llamar cultura en todo este conjunto es a la cultura alfabética, la cual trae aparejados varios sistemas de significados propios, o sea que solo existen a través de la codificación alfabética. El alfabeto está asociado, a través de diferentes procesos históricos, a tres sistemas de significado que constituyen la llamada tradición occidental: a) la literatura, que es distinta al relato oral; b) la filosofía, que en principio es un conocimiento formalizado, distinto al conocimiento común; y c) la historia, que es distinta al relato mítico y a la leyenda.
Esta es la tradición que se prolonga y se institucionaliza durante la Edad Media a través de sistemas de significados divididos en dos grupos:
a) el trívium, compuesto por la lógica, la gramática y la retórica, y que, a primera vista, podemos identificar como el antecesor de las ciencias del espíritu, y
b) el quadrivium, compuesto por aritmética, geometría, astronomía y música, las cuales, a primera vista, tienen algo que ver con las ciencias del tiempo y el espacio, es decir, con la medición.
En la modernidad, esta tradición cultural deviene en lo que llamamos ciencias, tanto sociales como naturales, y en las tecnologías. Es a este conjunto al que llamaríamos cultura científico-tecnológica y cultura académica, como derivación de la cultura alfabética.
A esto es la que aspiramos como lectura y escritura en la Universidad: al dominio de un sistema significante que tiene reglas distintas a las de la oralidad, o sea una corrección distinta; a la comprensión de un sistema de significados organizado en forma de conceptos y categorías, o sea a una semántica distinta a la del sentido común (por ejemplo, el uso común de la palabra ‘digital’ no significa lo mismo en la vida cotidiana que en la semiótica); y, por consiguiente, a una pragmática (acceptability), una adecuación, distinta a la del mundo cotidiano, pues se aspira a interactuar con otros igualmente competentes en lo académico.
Como vemos, no se trata de ninguna técnica de almacenamiento, manipulación o transmisión de información sino de una capacidad para interactuar significativamente dentro de una comunidad de interpretación y producción simbólica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario