Ensayo o artículo de reflexión
El
trabajo de campo etnográfico y su relación
con Célestin Freinet
Sebastián
Abella Niño[1]
Estos cuestionamientos que se
plantea la autora, nos permiten ir trazando el funcionamiento del trabajo de
campo, reconociendo en estas dinámicas globales, que no están muy alejadas del
surgimiento de la etnografía, con respecto a
lo que estamos viviendo actualmente en el siglo, con sus herramientas
tecnológicas, la creación de nuevas culturas y la extinción de algunas que no
se lograron observar o registrar, en consecuencia, la autora nos dice: “La aparición del barco a vapor, el teléfono, las primeras máquinas
voladoras y el telégrafo fue el escenario de la profesionalización del trabajo
de campo etnográfico y la observación participante.” (Guber, 2011. Pág:15).
Como los describe la cita, las
creaciones, las herramientas tecnológicas y las funciones de los inventos
durante la historia, han sido motivo para que los etnógrafos puedan ir
registrando mediante su vivencia y su acercamiento a estas creaciones, como elementos de profesionalización del trabajo de campo. Se puede
ir delimitando la historia, cuando académicos de Europa, los Estados Unidos y
América Latina, centran
su atención en estas líneas
metodológicas dispersas en las
humanidades y las ciencias naturales, de tal manera que fueron re-descubriendo,
mundos que se habían planteado
anteriormente desde los hábitos del pensamiento
europeo.
Estas búsquedas de las que nos habla la autora fueron
matizando incomodidades para
los académicos que provenían de clases media-altas, movilizándolos a ingresar a lugares de difícil acceso, vecindarios
pobres, ambientes hostiles, donde el mismo medio les exigía que superaran
barreras, lingüísticas, alimentarias y morales, tensionando esta relación por
un lado como aventura, por otro, con el fin de “rescatar” modos de vida que se
veían desde la modernidad a punto de extinguirse.
Las nuevas realidades de la humanidad y su extrema diversidad han provocado a los profesionales de las
ciencias sociales, hacia el trabajo de campo, con la intención no solamente de
describir los sucesos de la extrema diversidad y los movimientos sociales,
sino, para describir los sucesos de la globalización donde la
etnografía en su triada enfoque, método y texto es un medio para lograrlo.
En
este punto, queremos
traer a este recorrido histórico
la idea de Célestin Freinet, en su libro la educación por el
trabajo, con la siguiente cita:
“Vuestros hombres de
ciencia, vuestros filósofos, vuestros pedagogos, han creído que era posible
tomar los seres humanos como se toma la materia en bruto, para amasarlos en sus laboratorios y combinarlos para formar otras vidas,
como se crean las amalgamas. La industria, símbolo de la economía nueva,
proseguía la operación en el plano material; los sabios estaban
encargados de la tarea intelectual y moral.” (Freinet,
2006. Pág:72)
Volviendo a la autora Rosana Guber,
se debe tener en cuenta que es un método abierto de investigación en terreno, donde
se encuentran las encuestas, las técnicas
no directivas, fundamentalmente, la observación participante y las entrevistas
no dirigidas, la residencia prolongada con los sujetos de estudio, la
etnografía sería entonces el conjunto
de actividades que suele designarse como “trabajo de campo”
empleando este resultado como evidencia para la descripción. Existen dos caras
que el investigador social debe tener en cuenta a la hora de exponerse a su
fenómeno, uno, los mecanismos o instrumentos, que imagina, ensaya, crea y recrea,
para entrar en contacto con la población, y dos, los sentidos
socioculturales que se permite sentir en el momento de su estancia cultural en
terreno. Estas dos caras del trabajo de campo etnográfico nos permiten ir
reconociendo que el aspecto del campo no solo
es percibido por el intelecto, sino, que impactan al ser en su ejecución
y en su inmersión cultural.
Para el caso de Freinet, nos comenta lo siguiente:
“Pensaron (y vosotros los
persuadisteis de ellos) que era posible, mediante el razonamiento y, por decirlo
así, por la demostración lógica,
usando la palanca
de la inteligencia, arrancar a los hombres la cultura, aun empírica, que
los había impregnado, al suelo que los había nutrido con su savia, a todo el
decisivo y permanente pasado que es la vida social lo que es la memoria a la vida individual,
tenaz como esas raíces que ceden un instante, cuando se abate el árbol, pero
que se agarran de nuevo a la tierra nutricia para enviar al tronco amenazado un poco de vida”. (Freinet,
2006. Pág: 72)
Para la autora Elsie Rockwell
(2009), el trabajo de campo es la constante observación y la interacción en una localidad, la cual es la fuente
principal de mucha información, donde su significado a
estas observaciones es un tesoro para el etnógrafo, ya que su registro y sus análisis, la sitúan muchas
veces en solucionar y plantearse retos más difíciles.
Continuando con la autora:
“Establecer las relaciones en el campo y registrar esa experiencia involucra
necesariamente una dimensión subjetiva. Por ello, las respuestas a muchas de
las preguntas sobre el trabajo
de campo etnográfico no son técnicas.
No hay una norma metodológica que indique qué se puede o debe hacer.
La interacción etnográfica en el campo, por ser un proceso social,
en gran medida está fuera de
nuestro control.” (Rockwell, 2009. Pág: 49).
De tal forma el trabajo de campo depende de la interacción social, lo cual va marcando la ruta que debe ir tomando el etnógrafo en el momento de estar situado en una localidad o territorio, ya que este escenario, sacará todas las herramientas subjetivas que posee el investigador, para lograr vincularse, des-aprender e interactuar con el medio que está observando. La actitud del etnógrafo en el trabajo de campo los determina, lo compone y lo va replicando entorno a las dificultades que el mismo contexto le marca, por tanto:
“El hombre, esperémoslo,
sabrá actuar de muy otro modo que las bestias acosadas que se arrojan
ciegamente de un lado y embisten lo que tienen
delante, pero que, no bien llegadas al filo de un precipicio, retroceden
espantadas para arrojarse, con la
misma ceguera, en dirección opuesta, donde se
topan con otro precipicio, quizá más
temible todavía que el primero. No basta con rechazar en bloque la tradición y
el progreso. Hay que adaptar inteligentemente nuestro comportamiento a las
necesidades de nuestra época.” (Freinet, 2006. Pág: 72- 73)
Siguiendo al autor, las interacciones en el territorio pueden causar tanto experiencias negativas como positivas, exigiendo en el sujeto sobresalir de sus angustias o de sus emociones, para permitirse extraer lo más rico del territorio, consignando en sus observaciones y sus análisis toda la información necesaria para comprender el lugar en el cual está involucrándose.
Pero entonces en el trabajo de campo se debe registrar todas las sensaciones y emociones que nos produce la interacción con el medio y con los individuos, para este análisis tomaremos el siguiente concepto:
“¿Cuánto de esta
experiencia personal habría que registrar? Lo que se pueda. Lo que sea pertinente. Lo que sea publicable. O, en otra parte, lo que sea privado.
Es muy difícil, a veces angustiante, escribir lo propio, sobre todo en la
versión para otros. A veces, no se es consciente de lo mucho que se pone y
oculta. No importa. También las defensas son necesarias frente
a lo abrumador, lo agotador, incluso lo aburrido, que puede
ser inicialmente la experiencia de campo. Estas sensaciones suelen ir
desapareciendo, y aparecen otras: la fascinación, la curiosidad, la obsesión, la negación del agotamiento. Siempre habrá situaciones angustiantes; siempre se
recurre a defensas para sobrevivir en el campo. Paulatinamente, se cobra
conciencia de esta faceta subjetiva del proceso; al mirarla, es más fácil
calibrar sus efectos en nuestras observaciones, interacciones y valoraciones en
el campo”. (Rockwell, 2009. Pág: 49-50)
Es necesario aclarar que el trabajo
de campo se sincroniza con los conceptos que nacen desde la teoría, ya que
estos dos, puedan ir de la mano, sin necesidad de predominar en cualquiera de las dos miradas, los análisis que realizará el etnógrafo
desde el trabajo de campo descansarán en la propia experiencia, siendo este
ejercicio una acción novedosa para producir conocimiento social, acrecentando
la medida humana de aquellos que queremos conocer. O también, será porque nos
permite esclarecer a la medida humana del proceso de conocimiento de nuestros
objetos de estudio.
Referencias bibliográficas
Freinet, C. (2006). La educación por el
trabajo. México: Fondo de Cultura Económica.
Guber, R. (2011). La etnografía. Método, campo y reflexividad.
Argentina: Siglo XXI.
Rockwell, E. (2009). La experiencia etnográfica. Buenos Aires: Paidós.
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